¿El Siglo Chino?

En la lista de las principales potencias económicas, China avanzó al segundo puesto en 2010, dejando a Japón en su estela. Actualmente, es el país más poblado, podría superar a los Estados Unidos y convertirse en la mayor economía del mundo dentro de los próximos 20 años. Su PIB anual creció a un promedio del 9,2 por ciento entre 1989 y 2013.

China ya es el mayor productor de muchos productos básicos, incluyendo carbón, acero, mineral de hierro, oro, arroz, cerdo y huevos —y, tal vez no es de sorprender de gases de invernadero. También tiene la mayoría de las ciudades con una población de más de un millón, la mayoría de los rascacielos y la vivienda más inasequible de cualquier nación.

¿El siglo XXI será el siglo chino? y si lo es, ¿qué significa eso para China y para el resto del mundo?

Desde luego, es fácil lanzar piedras a una economía que está creciendo tan rápido en donde sus demandas y carencias se hacen sentir a nivel mundial. En África, los inversores chinos han arrebatado los recursos; Presuntamente parte de las exportaciones de África con China ha aumentado de un 1 por ciento al 15 por ciento en una década. El petróleo crudo africano con aproximadamente dos tercios de esas exportaciones.

En casa, China sufre los efectos de la corrupción; un reporte Internacional de Transparencia la coloco en el lugar número 80 en una escala de 170 países por su índice de corrupción, 5 lugares abajo que el año anterior. El actual líder, Xi Jinping, ha advertido que la corrupción sin control podría provocar la caída del Partido Comunista y de todo el sistema estatal. Otra tendencia indica aguas turbulentas en un futuro, pues los profesionales dejan el país o crean refugios seguros en el extranjero. Con un 45 por ciento de aumento en el año 2000, más de medio millón de chinos abandonaron el país en 2010 para buscar trabajos y vidas menos estresantes, mejores condiciones ambientales, así como estabilidad social y política. Por su puesto, la elección de sus destinos también fue deficiente—por lo menos, así lo creen de su tierra natal. La hierba es siempre más verde en otros lados. Sin embargo, el campo podría llegar a ser casi el mismo si las economías globalizadas continúan dominando.

«Algunas de las cosas que suceden en China hoy en día son muy parecidas a las cosas que sucedieron en los Estados Unidos cuando comenzó su rápida industrialización y el aumento en importancia mundial a finales de 1800 y principios de 1900».

Jeffrey N. Wasserstrom, China in the 21st Century: What Everyone Needs to Know (2010, 2013)

China emigró en dirección al sistema capitalista (por lo tanto al consumismo) cuando emprendió las reformas basadas en el mercado a partir de 1978. Su PIB ha sido representado como un gráfico lineal hacia arriba desde entonces. ¿Existe peligro algún dentro de un orden tan globalizado? Es, después de todo, uno que implica no sólo a China, sino al mundo entero.

El final del siglo vio un poderoso orden económico en la forma del Imperio Romano. Vivo en esa época, al apóstol Juan se le fue dado una visión del mundo de los finales de esta era del desarrollo humano. Es una visión profética de un sistema que suena inquietantemente familiar y que llegará a un final: «Los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan por ella, porque ya nadie compra sus mercaderías: cargamentos de oro, plata, piedras preciosas, perlas, lino fino, púrpura, seda y escarlata; toda clase de maderas olorosas y todo objeto de marfil y todo objeto hecho de maderas preciosas, bronce, hierro, y mármol; y canela, especias aromáticas, incienso, perfume, mirra, vino, aceite de oliva; y flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos, carros, esclavos, y vidas humanas» (Apocalipsis 18:11–13).

Esto se lee como una lista de productos comercializables en el mundo de hoy, e incluso incluye la preocupación por la explotación muy preocupante de los seres humanos. ¿Es esta una advertencia de que el sistema ya nos ha entrampado, y que no es la respuesta a nuestros problemas, sino la fuente de nuestra ruina? Afortunadamente, la visión de Juan también incluye el rescate de tal sistema mediante la intervención de Dios.