La Biblia y la Lucha de Clases

¿Acaso la Biblia menciona algo acerca de la lucha de clases como el punto definitorio de la vida humana? No; sin embargo, sí deja claro que el rico no debe oprimir a quien menos tiene.

El apóstol Santiago escribió: «¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia» (Santiago 5:1–6). Una condición importante de esta declaración se encuentra en los escritos del apóstol Pablo, donde menciona que mientras Dios se preocupe por el lamento del pobre y el obrero explotado, los empleados deben tratar a sus patrones de una manera que ejemplifique la humildad del cristiano:

«Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre» (Efesios 6:5–8).

Si hay explotación económica, ciertamente hay métodos cristianos para lidiar con ella. La Biblia enseña los métodos apropiados para lograr una conciliación.