¿Y Quién es Santa Claus?

Los padres aseguran a sus hijos que siempre ha existido y que siempre existirá. Se rumora que tiene la habilidad de estar en todos los lugares al mismo tiempo y que sabe quién ha sido malo y quién ha sido bueno; sabe cuándo has dormido y cuándo estás despierto. Y una noche al año mete milagrosamente su gigantesca circunferencia en incontables chimeneas para entregar regalos a todos los niños buenos y luego vuelve a subir rápidamente después de haber consumido montañas de golosinas y ríos de leche que se dejan como ofrenda para su deleite.

Hoy en día lo conocemos como Santa Claus, pero la imagen omnipresente, omnisciente y jovial de este personaje ha evolucionado gradualmente a través de los años, adaptándose a diferentes culturas alrededor del mundo. Los antiguos rituales y creencias se entretejieron con los nuevos, dando como resultado un colorido tapiz de tradiciones con muchos hilos en común. Con el tiempo surgió la imagen moderna y más singular gracias al incremento de los viajes y al acceso a la palabra escrita, además de las predominantes influencias estadounidenses de la televisión, el cine y otros medios de comunicación.

Puede parecer poco probable que la costumbre de Santa Claus se base en buena parte en la reciente tradición estadounidense, en la que los inmigrantes puritanos de principios del siglo XVII en realidad prohibieron la Navidad y otros bulliciosos festejos no bíblicos en algunos lugares del Nuevo Mundo. Aun así se extendieron otras subversivas celebraciones y la ley de los puritanos fue revocada antes de concluir ese siglo. La segunda y tercera generación de inmigrantes comenzó a formar una nueva clase media con el lujo de un ingreso disponible y tiempo libre dedicado a la familia. Una mayor disponibilidad de materiales impresos al alcance de muchos contribuyó a la cohesión social y las personas los devoraron efusivamente. Lo que estuviera impreso se convertía en la realidad común y esto finalmente forjó las diferentes tradiciones de una población inmigrante en una serie más homogénea de costumbres, incluyendo una figura navideña heroica para todos.

Pero el historial de Santa va mucho más allá de los inmigrantes europeos en Estados Unidos. De hecho, al remontarnos en la historia encontramos que ha estado entre nosotros durante miles de años utilizando diversas apariencias.

UN NICOLÁS VERSATIL

Washington Irving, el escritor estadounidense del siglo XIX, fue el primero de muchos escritores en ejercer una influencia importante en el desarrollo de la imagen moderna de Santa. A Irving y a su círculo social les preocupaba que la época navideña fuera, para muchos, una temporada para beber en exceso y romper las reglas, para llegar a los hogares de los ricos y exigir favores y refrigerios («¡Oh! Por favor, sírvanos un poco de pudín navideño y una copa de alegría»), y para amenazar a los malos anfitriones con actos de vandalismo. Con grandes esperanzas de transformar a los apáticos alborotadores que plagaban la temporada, Irving escribió sobre la alegría de otro tipo de celebración en su sátira, (Knickerbocker’s History of New York from the Beginning of the World to the End of the Dutch Dynasty).

En sus atractivas historias el popular escritor estableció una base firme para el Santa Claus estadounidense al describir con imaginación encantadoras escenas domésticas y al relacionarlas con San Nicolás (o Sinterklaas, su sobrenombre holandés). Encabezó el cambio en la apariencia tradicional de Nicolás de un escultural hombre santo que vestía una larga bata y era mitra de un obispo, a un pequeño hombre rechoncho usando pantalones bombachos hasta la rodilla y un sombrero. También presentó a San Nicolás como el santo patrono de Nueva York y, hablando con nostalgia sobre sus primeros días como Nueva Ámsterdam, le atribuyó algunas características que ahora nos son familiares: «En los nemorosos días de Nueva Ámsterdam, el buen San Nicolás aparecía a menudo en su amada ciudad, la tarde de un día festivo, andando alegremente entre las copas de los árboles o sobre los tejados de las casas, sacando de vez en cuando espléndidos regalos de los bolsillos de sus bombachos pantalones y lanzándolos dentro de las chimeneas de sus favoritos».

Del cuento de Irving también surge una tradición de que Sinterklaas acompañó en el siglo XVII a los inmigrantes de los Países Bajos hacia Nueva Ámsterdam. En un ingenioso intento por desviar el día festivo de sus asociaciones paganas, describió el tope del barco original: «El arquitecto, ...lejos de decorar la embarcación con ídolos paganos, tales como Júpiter, Neptuno o Hércules, cuyas idólatras abominaciones —no tengo duda— ocasionan las desgracias y naufragios de muchos nobles navíos, él, les digo, por el contrario, erigió plausiblemente en la proa una hermosa imagen de San Nicolás».

Después de 1822 un «duende viejo y bueno» del tamaño de una pinta, volando de chimenea en chimenea «en la víspera de Navidad» en un trineo miniatura tirado por ocho pequeños renos con nombre y un saco de juguetes colgado sobre su hombro, se convirtió en la norma gracias al recién publicado poema «La noche antes de Navidad» (Account of a Visit From St. Nicholas). Sin duda la inmediata y duradera popularidad de este poema (atribuido a Clement Clarke Moore) siempre estará en deuda con la inclusión de elementos de numerosas culturas. El autor combinó las innovadoras descripciones de Irving con antiguas tradiciones escandinavas, germánicas, inglesas y rusas. Incluso los escoceses y los irlandeses podían identificarse con la pequeña criatura, similar a los duendes, «enanos» o elfos de sus países natales.

EL ESPÍRITU DEL FUTURO DE LA NAVIDAD

A lo largo del Atlántico, Charles Dickens contribuyó a la reforma de la Navidad con Un cuento de navidad (A Christmas Carol), publicado en Inglaterra en 1843. A pesar de que Dickens no mencionó en el libro a Santa Claus por su nombre, el espíritu es claramente conocido. Adoptando los ideales victorianos de la casa y hogar de Inglaterra, el libro se convirtió de inmediato en un best seller. Esto contribuyó en gran medida a dar forma al ideal navideño actual de una tradición familiar y amistosa (vea «Navidad: ¿En realidad importa?») y a convertir la desenfrenada parranda de borrachos en un simple fantasma del pasado de la Navidad.

Muy pronto Harper’s Weekly, una popular publicación estadounidense de esa época, comenzó una tradición anual presentando los dibujos del ilustrador Thomas Nast que mostraban a Santa vistiendo un traje rojo con cenefas de piel, botas negras y un cinturón de piel negro que hacía juego. A pesar de que los elementos del cuento de Dickens eran evidentes, Nast, un inmigrante de la Europa germánica, también utilizó elementos extraídos de sus propios antecedentes culturales. Esta refundición de costumbres continentales y estadounidenses continuó durante el siguiente cuarto de siglo, aportando detalles tales como en dónde vive y trabaja Santa.

A comienzos del siglo XX Estados Unidos había aceptado lo suficiente la Navidad como para convertirla en un día festivo oficial y las tarjetas navideñas ilustradas a colores (que ya eran populares en la Inglaterra victoriana) se convirtieron en un éxito comercial. Ambos factores ayudaron a apoyar la imagen del corpulento benefactor en pantalones bombachos de color rojo (aunque en ocasiones aparecía en otros colores). Para la época en que la siguiente generación estaba lista para las sobrenaturales visitas nocturnas de cada año, el Santa Claus regular era del tamaño de un hombre rechoncho vestido de rojo, con las mejillas rosadas, barba y rizos blancos. Esta imagen estadounidense de Santa, en especial las ilustraciones icónicas creadas después de 1931 por el artista comercial Haddon Sundblom para los anuncios de Coca-Cola, se ha exportado a todo el mundo.

LOS NOMBRES DE SANTA

Pero ¿cuáles son los antecedentes de Santa? Hoy en día algunas de las más viejas iteraciones permanecen junto a las nuevas y mejoradas versiones comerciales, lo cual provoca una peculiar cacofonía de personajes interconectados. En algunas partes de Europa se trata de una representación del Niño Dios (Christkindl/Kris Kringle) unida a otra tradición más antigua: un Belsnickle/Pelznickel (pelts, o piel, más Nicolás) cornudo, vestido con pieles y moreno. Esta figura de terror realizaba excursiones en la madrugada del fin de año antes de que la llegada del cristianismo realizara un cambio forzado. Personajes diabólicos similares en diferentes partes del mundo, incluyendo a Knecht Ruprecht, Rumpelklas, Krampus, Schmutzli, Hans Muff, Klaubauf, Père Fouettard e incluso Belcebú, también podían viajar solos o acompañados por el Padre de la Navidad, Père Noël, Papá Noel y, por supuesto, el viejo y alegre San Nick. Y cada tradición tiene una conexión en común con San Nicolás.

Nicolás de Myra es uno de los santos del siglo IV más venerados por la iglesia católica. Aunque la evidencia es poco precisa, se cree comúnmente que a una corta edad fue nombrado obispo de Myra, en Asia Menor. Esta convicción forma la base de las tradiciones del niño obispo, en las que la autoridad se pone de cabeza y los sirvientes y los niños exigen presentes y favores a sus amos o padres (por ejemplo, las exigencias de «pudín navideño» del pasado y de «yo quiero un pony, un Xbox 720 y una pista de patinaje para Navidad» de la actualidad). Dichas tradiciones nacen de rituales romanos saturninos relacionados con el solsticio de invierno.

Los detalles de la vida posterior y más allá de Nicolás son también legendarios. Se volvió conocido como Nicolás de Bari después de que en el siglo XI mercaderes italianos llevaran a la ciudad de Bari los que supuestamente eran sus restos. Algunos dicen que su tumba, construida en una impresionante basílica, está cerca del antiguo santuario de la Befana, la legendaria y vieja anciana montada en una escoba que una noche de cada invierno era responsable de bajar por las chimeneas y llenar con regalos los calcetines de los niños. A pesar de que la tradición de la Befana sobrevivió por mucho tiempo en Italia, durante los siglos siguientes el santuario de Nicolás se convirtió en el abrumadoramente popular destino de los peregrinos.

Su historia, más larga que su vida misma, incluye mucho material para el folclor, el cual incluso la iglesia católica reconoce que no necesariamente está basado en hechos. Incluso la festividad de San Nicolás se eliminó en 1969 del calendario litúrgico católico romano de cumplimiento obligatorio porque no había prueba de su existencia, aunque la Iglesia Ortodoxa Oriental sigue considerando el 6 de diciembre como su día. Según la Red de Información Católica (Catholic Information Network), Nicolás reemplazó al dios ruso «Mikoula, el dios de la cosecha, «quien reemplazará a Dios cuando éste sea demasiado viejo». Se dice que Mikoula repartía regalos a los niños durante el solsticio de invierno, un trabajo que Nicolás, el nuevo santo patrono de Rusia, pronto adoptó en la imaginación popular.

Probablemente San Nicolás ha sido el patrono de más lugares y hogares que ningún otro santo, pero es mejor conocido en occidente como el protector de los niños y en oriente como el protector de los marineros. Abundan sus historias en muchas culturas, la mayoría acerca de su amabilidad y generosidad, incluyendo muchas veces el número tres. Una de dichas historias se centra en que supuestamente regaló una bolsa o bola de oro a cada una de tres hermanas, cuya dote las salvó de una vida de prostitución. La tradición de regalar naranjas en Navidad que data de la época victoriana representa estas bolas de oro. (Comúnmente se utilizan tres bolas simbólicas de oro como emblema de los prestamistas, otro grupo que se encuentra bajo el auspicio de gran alcance de Nicolás).

Se dice incluso que Nicolás revivió milagrosamente los cuerpos despedazados de tres niños que un malvado carnicero colocó en un frasco de salmuera. Esta historia parece ser una sangrienta distorsión de otra leyenda, en la que Nicolás simplemente salvó a tres niños de ahogarse en el mar salado. Por seguridad, los marineros preocupados lanzaban tres rebanadas de pan al mar arremolinado como una ofrenda al santo, quien calmaría e incluso caminaría sobre el agua. En algunas áreas aún le ofrendan pan y otros productos de trigo (¡también galletas!). La ofrenda de trigo está relacionada con una historia en la que salvó milagrosamente a Myra de la hambruna al multiplicar el trigo que tomó prestado de los barcos que pasaban, con sobras suficientes después de alimentar a las multitudes para plantar las cosechas de la siguiente temporada.

UN PANTEÓN DE PREDECESORES

Tales historias nos recuerdan a una antigua deidad: Poseidón, dios de los mares y los océanos y padre del caballo alado Pegaso; o a la contraparte romana de Poseidón: Neptuno. Mientras la iglesia católica adquiría poder se apropió de muchas de las populares deidades paganas para utilizarlas en Navidad (vea «La Llegada del Emperador Cristiano»). Los templos y los ídolos paganos se renovaron en las iglesias y santuarios para adorar a los nuevos santos. La iglesia simplemente transfirió las cualidades y poderes de los antiguos dioses y diosas a los nuevos santos, y la adoración y oración continuaron como antes. En Oriente tomaron el tridente de Poseidón y se lo dieron a Nicolás en forma de báculo: un báculo pastoral, que comúnmente representa el cayado del Buen Pastor y que hoy en día en la época navideña tiene la forma de un caramelo de menta rayado.

Mientras avanzaba la «cristianización» más ritos y personajes paganos se asimilaban como diferentes adaptaciones de Nicolás. Su nombre y algunas de sus características también se relacionan con la antigua mitología nórdica: el supremo dios Odín adopta variaciones de los nombres de Nickar, Hnikar o Nick cuando aparece como un destructivo duendecillo acuático capaz de caminar sobre el agua y de calmar o provocar tempestuosas tormentas («Viejo Nick», otra denominación del diablo, proviene de este término). Odín también aparece como una deidad barbada con un tridente o una lanza en un vuelo en pleno invierno, piloteando un caballo similar a Pegaso transportado por el viento y frecuentemente acompañado por diminutos asesores de cambiante comportamiento que reparten regalos a quienes los merecen y disciplinan a los traviesos.

El hecho de que Odín sea visto como bueno y malo parece paradójico, pero no era inusual en las sociedades politeístas tener dioses con atributos buenos y malos. Esto explica cómo San Nick y el Viejo Nick puedan provenir del mismo personaje.

Otras antiguas tradiciones nórdicas y teutónicas conocidas hoy en día incluyen ofrendas de comida y bebida para apaciguar a los divinos, así como árboles sagrados que alcanzan los cielos, apuntando a la estrella polar y al hogar de los dioses. San Nicolás y sus festividades absorbieron inmediatamente dichos elementos y las celebraciones continuaron a través de los siglos.

«La actitud de la iglesia cristiana hacia la costumbre pagana es bien conocida. Ya que no podía esperar eliminar la antigua práctica, se dio a la tarea de adaptarla al uso cristiano, dándole un significado cristiano y, dentro de lo posible, un carácter cristiano».

George H. McKnight, St. Nicholas

SINTERKLAAS LLEGÓ A LA CIUDAD

Con la Reforma Protestante del siglo XVI la adoración de los santos católicos fue vilipendiada como anatema y los reformadores comenzaron a señalar rápidamente que imitaban a los paganos rituales politeístas. Pero las tradiciones relacionadas con Nicolás no fueron desarraigadas fácilmente, pues se trataba del recientemente adoptado y simbólico Niño Dios quien decidía qué niños recibían regalos y quiénes eran castigados; pero para adaptarse a la preferencia pública el santo algunas veces permanecía en un papel menor, apareciendo como el pequeño y delicado ayudante oscuro, ocasionalmente con cuernos, del dios griego Pan o del dios romano Fauno (cuya festividad era el 5 de diciembre). Sin embargo, en los Países Bajos Sinterklaas sobrevivió la revisión casi ileso. Cada año llega en barco con su caballo blanco, acompañado de su ayudante (Zwarte Piet/Black Peter) para repartir manjares a los niños buenos y amenazar a los niños traviesos con llevarlos de regreso a España en su costal vacío, mientras que el santo mitra reparte regalos en los hogares de las personas cada 5 de diciembre, el día de esta festividad.

A pesar de Sinterklaas, la Reforma se las arregló para suspender muchas celebraciones navideñas y las prácticas relacionadas con Nicolás, y la Guerra de los Treinta Años que devastó Europa de 1618 a 1648 acabó con las antiguas tradiciones y costumbres. Aun así, con el tiempo, los viajes y la tolerancia, Santa Claus y su serpenteante línea de encarnaciones parece, por ahora, estar viviendo su último jo-jo-jo.