El Sistema Inmunitario: No es Moco de Pavo…

El cuerpo humano es una increíble y compleja bestia de carga que recibe muy poca atención hasta que el dolor, el malestar o una enfermedad se manifiestan para hacernos saber que algo no está funcionando correctamente. Sólo entonces nos detenemos a pensar en qué está sucediendo, qué tenemos que hacer para detener el problema y qué podríamos haber hecho para evitarlo. 

Las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos forman parte de la vida, pero no debemos temerles siempre y cuando permanezcan bajo control. Si se presenta un desequilibrio, entonces los humanos se ven afectados de manera negativa. En la actualidad, la vida no sería posible sin microbios, ya que descomponen los organismos muertos, ayudan a digerir los alimentos, asisten en el proceso de preparación del pan, el queso, la cerveza y el vino, y nos protegen de las enfermedades. 

Sin embargo, nos encontramos bajo el ataque constante de microorganismos (mejor conocidos como «gérmenes») que buscan un huésped —el cuerpo humano— en donde puedan sobrevivir y reproducirse. Estas sustancias extrañas tratan de abrirse camino hacia nuestro cuerpo para luchar una batalla y abatirnos. Al hacerlo, nos enferman, pero no nos quedamos indefensos ante este ataque.

Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) señalan que, «cada año en los Estados Unidos, en promedio, del 5% al 20% de la población se enferma de gripa, más de 200,000 personas son hospitalizadas por complicaciones relacionadas con la gripa, y cerca de 36,000 personas mueren por sus causas». Aunque estas estadísticas parezcan desalentadoras, no deberían provocarnos el temor de entrar a un lugar público.

De acuerdo con los Drs. Ronald Klatz y Robert Goldman en su libro Infection Protection [Protección contra las Infecciones], «no son los microbios —o gérmenes— los que causan infecciones, sino que nuestro sistema inmunitario no puede mantener en equilibrio la relación entre el cuerpo y los microbios». Por lo que incluso ante la amenaza continua de la temporada anual de resfriados y gripa, podemos buscar activamente un estilo de vida que reduce las posibilidades de que los gérmenes de estas enfermedades nos afecten negativamente y construir una fuerte defensa contra las enfermedades crónicas. Nuestra salud depende de la fortaleza de nuestro sistema inmunitario. 

¿Qué es exactamente el sistema inmunitario? Nuestra piel, nariz, ojos, saliva e incluso los ácidos estomacales son la primera línea de defensa de nuestro cuerpo, la cual trabaja para evitar que los invasores extraños nos enfermen. Estornudamos, tosemos y producimos lágrimas para combatir las infecciones; sin embargo, cuando estos invasores nos enferman, sea activa nuestra respuesta inmunitaria interna —una red de células, órganos y tejidos (ganglios linfáticos, timo, bazo, vasos linfáticos y linfocitos, por nombrar a algunos)— para atacar y destruir esos microbios que intentan hacernos daño. Esto sólo puede suceder si nuestro sistema inmunitario está sano. 

La clave para tener un sistema inmunitario sano yace en tomar buenas decisiones. Es fácil comer comida rápida todos los días, «hacer de la noche día», pasar incontables horas frente al televisor o «llevar trabajo a casa» cada noche, pero el resultado final será un sistema inmunitario comprometido que no podrá acudir a nuestro rescate cuando se instale un germen. La solución es tener hábitos buenos y saludables: dormir bien, tener actividad física, controlar el estrés y comer alimentos nutritivos. 

¿Cuán importante es el sueño para el sistema inmunitario? En un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, los investigadores concluyeron que las personas que duermen siete horas o menos por la noche y aquéllas cuyo sueño se interrumpe a menudo son tres veces más propensas a resfriarse que aquéllas que duermen ocho horas o más. Algunos consejos para fomentar el sueño incluyen: 1) apagar el televisor y la computadora una hora antes de acostarse, 2) dormir en una habitación fresca, 3) no realizar el trabajo de la oficina en la cama, y 4) evitar la cafeína y el alcohol por la tarde (consulte «Principios de Vida y Salud: El ABZzzz del Sueño»). 

El ejercicio físico es tan importante como el sueño. La investigación muestra que el ejercicio regular y moderado estimulará el sistema inmunitario: caminar 30 minutos diarios, cinco días a la semana, incrementa el nivel de leucocitos, una parte del sistema inmunitario que combate las infecciones. Por otro lado, un estilo de vida sedentario provoca un mayor número de infecciones y resfriados. No obstante, la moderación es importante, pues el ejercicio excesivo suprime el sistema inmunitario. 

¿Quién no ha sufrido estrés en algún momento? Las hormonas del estrés hacen posible la reacción de «lucha o huida» que nos ayuda a mantenernos en pie; sin embargo, el estrés constante y crónico puede debilitar el sistema inmunitario y conducir a infecciones al incrementar los niveles de las hormonas del estrés cortisol y adrenalina, las cuales suprimen el sistema inmunitario. Por lo tanto, es importante «desconectarnos» con frecuencia del estrés. La recreación y los pasatiempos que realizamos en nuestro tiempo libre, tales como ir al parque o a jardines botánicos, escuchar música relajante, cuidar a una mascota e incluso ver una película divertida reduce las hormonas del estrés que conducen a las enfermedades.

Una buena nutrición es la cuarta clave para tener un sistema inmunitario saludable. Desafortunadamente, de acuerdo con los CDC, el 65% de los adultos estadounidenses padecen sobrepeso y obesidad, y es irónico que en una sociedad sobrealimentada prevalezca la deficiencia de micronutrientes. La falta de nutrientes críticos en nuestra dieta es un factor importante en el deterioro de nuestro sistema inmunitario colectivo. El sistema inmunitario no puede funcionar a su nivel óptimo si no cuenta con las vitaminas, minerales y aminoácidos vitales. De acuerdo con información de las Encuestas Nacionales de Exámenes de Salud y Nutrición (NHANES, por su sigla en inglés) sobre el consumo de frutas y verduras, únicamente el 11% de los estadounidenses sigue la recomendación del Departamento de Agricultura de comer «5 al día». Por desgracia, la dieta occidental típica consiste en comida rápida y alimentos con azúcar, altos en grases, con mucha sal y altamente procesados, que sí nos llenan, pero no nos nutren, y que suprimen el sistema inmunitario. El objetivo es consumir una dieta de frutas, verduras, granos enteros y carne magra para «alimentar» a un sistema inmunitario sano.

Es inevitable que tengamos contacto con los gérmenes, pero nuestra defensa contra la gripa, los resfriados y las infecciones depende de un sistema inmunitario eficiente. ¿Estaremos saboteando nuestra propia salud? Un sistema comprometido y debilitado nos dejará indefenso, pero las elecciones sabias para tener un buen estilo de vida determinarán si el sistema inmunitario estará disponible para trabajar para nosotros.