La Nueva Síntesis

La bacteria JCVI-syn1.0 ocupa el centro del escenario como el primer organismo creado por el ser humano. Ésta podría ser sólo una pieza del rompecabezas, pero es probablemente fundamental en la lucha continua de la humanidad por el poder sobre la vida.

Aunque ahora no tiene el peso del 11 de septiembre de 2001 —una fecha en la que está claro que el mundo cambió—, el 20 de mayo de 2010 podría algún día ser conocido como otro indicador clave, un parte aguas de la historia en términos del control humano sobre la vida. De la misma forma en que el 9/11 tardó un poco de tiempo en convertirse en un ícono como la abreviatura de un mundo transformado, el significado del 5/20 puede ser oscuro hoy debido a nuestra cercanía con él. Por supuesto, el tiempo lo dirá, pero la importancia de una pequeña colonia de bacterias podría ser enorme debido al potencial que revela para nuestra propia biología reinventora. Podríamos considerar al 5/20 como el símbolo de haber alcanzado el siguiente nivel en el dominio humano sobre la vida. 

Presentada por su creador, J. Craig Venter del Instituto J. Craig Venter, una bacteria que recibe su energía de un cromosoma hecho completamente a mano es el primer organismo sintético del mundo. «Nos referimos a la célula que hemos creado como si fuese una “célula” sintética debido a que es controlada sólo por un genoma sintético ensamblado a partir de piezas de ADN químicamente sintetizadas», escribieron Venter y su colaborador Daniel Gibson en un artículo del Wall Street Journal titulado «How We Created the First Synthetic Cell [Cómo creamos la primera célula sintética]».

En el artículo científico que anunciaba el proyecto, publicado el 20 de mayo en la revista Science Express, Venter et al. describieron paso a paso el proceso de construcción del genoma. El cromosoma de la bacteria Mycoplasm mycoides fue secuenciado primeramente para formar un archivo digital. Las bacterias sólo tienen un cromosoma circular, así que ése es su genoma. (Los seres humanos, por el contrario, tenemos 23 pares de cromosomas que existen en filamentos más que en espirales). El archivo fue luego editado, algunas piezas fueron eliminadas y otras (secuencias «marca de agua» que fueron mezcladas) se añadieron, haciendo la información única. Tal alteración genética parece hacer patentables tanto al organismo como a sus genes. 

El historiador Daniel J. Kevles, de la Universidad de Yale, ha explicado el proceso de patentado del gen de la siguiente manera: «El gen en sí mismo no es lo que se patenta,» señala, «sino la versión complementaria de su ADN. Esta versión complementaria ha sido aislada y manipulada científicamente en un laboratorio. Por consiguiente, eso merece una patente, debido a que ha sido lo suficientemente alterada por el esfuerzo humano como para que, para fines legales, sea contado como algo hecho por el hombre». (Consulte «Seeds of Discord»).

De acuerdo con Lisa A. Haile, en un artículo de la edición de abril de 2010 de la revista Genetic Engineering and Biotechnology News, la capacidad de patentar y poseer genes ha sido fundamental para el éxito comercial de la industria de la biotecnología. «Las patentes de genes son patentes que contienen reivindicaciones respecto a secuencias de ácidos nucleicos, incluyendo genes completos o fragmentos de ellos, los vectores que contienen a los genes (por ejemplo, plásmidos), sondas y secuencias de ácidos nucleicos que inhiben la expresión de los genes, entre otros».

Haile es socia de DLA Piper, una compañía que ofrece servicios legales para una variedad de competencias, incluyendo cuestiones de propiedad intelectual con respecto a la industria de la biotecnología, como es el caso de Synthetic Genomics Inc., la división de financiamiento de Venter. «Si no existieran los derechos exclusivos en el producto final,» argumenta, «habría pocos incentivos para invertir en la investigación, desarrollo y comercialización de un producto, ya sea un nuevo fármaco o una prueba genética como la prueba genética para el cáncer de mama».

Sin embargo, en este caso no fue sólo el conocimiento de la secuencia y sus genes inherentes los que parecen patentables, sino también todo el proceso de ensamble. Una vez editado, el archivo digital fue descargado en un secuenciador químico que ensambló los segmentos de ADN de las unidades de adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T). Éstas se combinan para formar pares base que a su vez forman la gran molécula en forma de escalera en espiral. Estos segmentos fueron ligados por sus extremos usando células de levadura como ensambladores para reconstruir el genoma de más de un millón de pares base. (Una vez más, en contraste, el genoma humano contiene tres mil millones de pares base).

En el artículo «Creation of a Bacterial Cell Controlled by a Chemically Synthesized Genome [Creación de una Célula Bacterial controlada por un Genoma Químicamente Sintetizado]», de Science Express, los autores escribieron: «La demostración de que nuestro genoma sintético permite trasplantes con las características de las células M. mycoides implica que la secuencia de ADN sobre la cual se basa es lo suficientemente precisa como para especificar una célula viva con las propiedades apropiadas».

«Este trabajo comprueba el principio para la producción de células basada en secuencias de genoma diseñadas por computadora», observaron los investigadores. «La determinación de la secuencia de ADN de un genoma celular permite el almacenamiento de instrucciones genéticas para la vida como un archivo digital. El genoma sintético descrito en este artículo tiene sólo ciertas modificaciones a partir de la ocurrencia natural del genoma M. mycoides; sin embargo, el enfoque que hemos desarrollado debería ser aplicable a la síntesis y el trasplante de más genomas novedosos conforme a los avances en el diseño de genomas».

Denominada acertadamente JCVI-syn1.0, la pequeña bacteria podría ser, para algunos, el fondo del barril en lo que respecta a complejidad biológica. Sir Ian Wilmut, conocido por haber clonado a la oveja Dolly en 1997, comentó a Visión en el reciente simposium realizado en el Instituto de Medicina Regenerativa Cedar Sinai en Los Ángeles que no se debía exagerar la trascendencia del trabajo de Venter; sin embargo, Wilmut recalcó que al llamarlo «hazaña tecnológica» su aplicabilidad podría estar siendo exagerada. Dolly, por otra parte, fue un parte aguas porque, como dijo, ella abrió la puerta para la reprogramación celular de los vertebrados. 

No obstante, aunque el producto es relativamente simple (un grupo de células aparentemente insignificantes en una caja de Petri), las implicaciones de la tecnología que lo trajo a la vida son tremendas; es un hito. La capacidad para elaborar genes que trabajan (y no meramente encontrar, extraer, unir y recombinar los genes existentes) es un avance con potencial ilimitado. Por supuesto, al decir «meramente» no decimos que sea simple… pues se han requerido 40 años para industrializar el proceso. Aun así, estas tareas, por intrincadas y fundamentales que sean para la ingeniería genética, palidecen junto a este salto cuántico en la manipulación. 

«Mientras las aplicaciones genómicas sintéticas se expanden», concluye el artículo, «anticipamos que este trabajo continuará generando cuestiones filosóficas que tienen amplias implicaciones sociales y éticas. Apoyamos el análisis continuo». 

De hecho, una bacteria es una entidad pequeña, incluso invisible; sin embargo, cabe recordar que cualquier forma de vida, desde los árboles, las ballenas y hasta los seres humanos, comienza su existencia como simples células. 

Sin duda, la síntesis de la vida, nuestro 5/20, suscitará nuevas preguntas. Como sucedió con la Era Atómica y la Era Espacial, nuestra nueva Era Molecular tendrá su momento de crisis. Y como ha sido nuestro dilema humano, requerirá gran sabiduría elegir las oportunidades y resistirse a los peligros de esta era.