Los Rusos votan por Stalin y el Gobierno promueve un Nacionalismo apabullante

Una encuesta de seis meses de duración recientemente completada por Rossiya, uno de los principales canales de televisión de Rusia, atrajo a 50 millones de participantes en una búsqueda de la figura histórica más popular del país. Alejandro Nevsky, el príncipe medieval que expulsó a los invasores europeos y aplacó a los mongoles de Oriente, quedó en primer lugar. El aprecio de sus esfuerzos provocó que la Iglesia Ortodoxa Rusa lo canonizara hace ya mucho tiempo. El siguiente en la lista fue Piotr Stolypin, un primer ministro que introdujo reformas agrarias a principios del siglo XX y se opuso a los revolucionarios en los días del zar Nicolás II.

Empero, fue la elección del tercer lugar la que causó la mayor consternación, en especial porque había encabezado la encuesta durante meses. El líder de la Unión Soviética nacido en Georgia, Josef Stalin (1878-1953), fue el responsable de la muerte de decenas de millones de sus conciudadanos a través de purgas, campos de trabajos forzados y desastrosos programas de granjas colectivas que provocaron hambrunas. Y sin embargo, muchos rusos de la actualidad se las han arreglado para ignorar estos terribles hechos a fin de eximirlo… y algunos incluso sugieren su canonización. ¿Por qué?

La BBC informó que algunos creen que el emergente y apabullante nacionalismo de Vladimir Putin requiere la alteración de hechos históricos recientes. Se dice que el experimento soviético creó una gran nación, unificada y poderosa, capaz de derrotar al régimen de Hitler. Entonces, ¿por qué enfocarse en el atroz historial de Stalin como uno de los dictadores más crueles del siglo pasado? Ciertamente era alguna clase de salvador. Eso explica que en un operativo reciente, funcionarios del estado decomisaran discos duros con evidencia digital de la brutalidad de Stalin que pertenecían a una organización de derechos humanos en San Petesburgo. Dos décadas de arduo trabajo han desaparecido.

Con declaraciones de que los nuevos manuales para los maestros de Historia del país reinterpretan por completo el historial de Stalin y racionalizan sus acciones, el corresponsal de la BBC en Moscú, Richard Galpin, afirma que «parece que los rusos se deben sentir orgullosos de su historia y no avergonzados, y que quienes investigan y catalogan las atrocidades del pasado ya no son bienvenidos».

Sin embargo, es imposible esconder lo que ya se sabe y se publicó fuera de Rusia acerca de lo ocurrido en tiempos de Stalin, además de que los hechos hablan por sí solos. Muchos de tales hechos se pueden encontrar en una serie de artículos relacionados que se enfocan en mesías políticos como Stalin y la destrucción que conllevan de manera inevitable (lea ¡Mesías! Los Gobernantes y el Papel de la Religión). Al identificar las motivaciones de muchas de esas figuras y examinar su manipulación de las creencias religiosas, este análisis abarca dos mil años y varios continentes. Desde César y Napoleón, pasando por Lenin y Stalin, hasta Hitler y Mao, los paralelos son aterradores; y sucesos recientes sugieren que todavía persiste el anhelo de muchos por «El Líder» que alivie todos sus males.

De hecho, la exoneración de Stalin es uno de los muchos indicios de que todavía quedan lecciones por aprender y que, incluso en estos días, las naciones están indefensas ante la influencia de hombres que pretenden ser salvadores seculares.