¿Tiene Futuro el Capitalismo?

Capitalism 4.0: The Birth of a New Economy in the Aftermath of Crisis

Anatole Kaletsky. 2010. Perseus Books Group, PublicAffairs, New York. 416 pages.

On the Brink: Inside the Race to Stop the Collapse of the Global Financial System

Henry M. Paulson, Jr. 2010. Grand Central Publishing, Business Plus, New York. 496 pages.

Crisis Economics: A Crash Course in the Future of Finance

Nouriel Roubini and Stephen Mihm. 2010. Penguin Group, The Penguin Press, New York. 368 pages.

A medida que la década llega a su fin, muchas de las principales economías del mundo todavía están luchando por recuperar un cierto sentido de estabilidad tras el peor retroceso económico desde la Gran Depresión de la década de 1930. Innumerables personas, empresas y aun naciones de los países desarrollados se encuentran en dificultades financieras, inseguros del futuro que alguna vez parecía tan brillante.

Como consecuencia de la crisis financiera de 2007–09, una serie de economistas y comentaristas han escrito libros en un esfuerzo por establecer porque sucedió la crisis, y como el sistema capitalista podría ser capaz de avanzar exitosamente. Aquí revisamos tres ejemplos recientes.

¿UN RENACIMIENTO ECONÓMICO?

«No fue el fin del mundo», así comienza el libro de Anatole Kaletsky, Capitalismo 4.0, en donde sostiene que, tras la reciente crisis financiera, «el capitalismo global será reemplazado por no otro que el capitalismo global».

La certeza de Kaletsky se funda en el sentido que el capitalismo esta en última instancia atado a nuestra humanidad. De ninguna manera la crisis «destruyó o menguo los impulsos fundamentales humanos que siempre han alimentado el sistema capitalista—ambición, iniciativa, individualismo, el espíritu de competencia». Son estos impulsos innatos, reminiscentes a los «espíritus animales» de John Maynard Keynes, que asegurarán la creación de «una versión nueva de capitalismo». En otras palabras, como lo expresó Patrick Minford (profesor de economías aplicadas de la Escuela de Empresas en Cardiff) en junio de 2010 en un debate con Kaletsky en Londres, «renacerá el fénix».

Uno podría argumentar la posición de Kaletsky de que todos estos impulsos son cualidades humanas positivas. Sin embargo, esto no quiere decir que él piensa que el capitalismo es perfecto, y no lo piensa. Cree que inevitablemente habrá problemas, y que es por estos problemas que la próxima versión del capitalismo debería abordarse ahora. Deja claro que ni los inversores ni los banqueros ni el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan tenían idea de lo que era un límite de crédito adecuado, pues lo era y les es desconocido—fuera de su campo de visión; aun así irónicamente, a pesar de su ceguera inherente, el espectáculo debe continuar.

La imposibilidad para los seres humanos de predecir o controlar el futuro de un sistema accionado por «impulsos humanos», fue para Kaletsky, agravado por «la desmitificación del dinero [que] significaba que la deuda había dejado de ser un tema moral o teológico y se convirtió en otro producto de consumo».

Sin lugar a dudas Kaletsky está sumamente bien calificado para expresar una opinión sobre los mercados mundiales de capital, habiendo forjado una larga carrera como periodista de negocios y finanzas con The Economist, el Financial Times y el Times of London. Pone este conocimiento y experiencia para un buen uso ya que coloca la presente crisis en su contexto histórico.

El Capitalismo 4.0 propone tres versiones o edades del capitalismo, cada una iniciada por un periodo de conmoción. Kaletsky identifica a cada versión con los políticos o economistas que la codificaron y con aquellos que la destruyeron. Por ejemplo, la más reciente iteración, la cual llama Capitalismo 3, comenzó con Margaret Tatcher, Ronald Reagan y el economista Milton Friedman, y terminó con George W. Bush, Henry (Hank) Paulson y Greenspan.

Es con la mención de Paulson, secretario del tesoro bajo la administración Bush (2006–2009), que Kaletsky presenta lo que él reconoce ser el argumento más controvertido propuesto por el libro—«que la razón principal de este desastre no fue la estupidez de los reguladores, la codicia de los banqueros, o la imprevisión de los especuladores en bienes raíces de bajo ingreso, sino una serie de errores de apreciación hechos por un hombre: El Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Paulson». En la opinión de Kaletsky, un mercado fundamentalista equivocado alimentado bajo el capitalismo 3 llevo a un fracaso para ver el papel fundamental de la rápida intervención del gobierno cuando es necesaria. La ironía para Kaletsky es que «un secretario del Tesoro de los Estados Unidos y ex presidente de Goldman Sachs se había acercado demasiado a la destrucción del capitalismo que Marx, Lenin, Stalin, y Mao Ze Dong combinados».

Lo que Capitalismo 4.0 necesitará aplicar, desde el punto de vista de Kaletsky, es una mayor participación del gobierno. A primera vista, esto podría parecer prudente. El fundamentalismo del mercado que, en última instancia podría conducir al colapso, a menos que una autoridad gubernamental pudiera intervenir con eficacia y control. Sin embargo, debe uno preguntarse ¿si es realmente posible, a largo plazo, que la gente evite una catástrofe sistémica, en particular mientras las fallas e «impulsos» que alimentan ese sistema yace dentro de nosotros?

Aun queda por verse si la predicción de Kaletsky por un mayor control del gobierno dentro de un clima de creciente globalización ocurrirá. Para él, el ímpetu moral yace en repeler la actitud autoritaria hacia el capitalismo representada por China, y mantener el capitalismo liberal-democrático de occidente.

Dependiendo de dónde nos encontramos en el mundo, esto también, puede parecer una buena política. Sin embargo, este giro de los acontecimientos no sería una victoria moral más que lo que sería el predominio de un capitalismo autoritario. Más bien sería una capitulación dentro de la idea en que el libro de Kaletsky y la teoría económica se fundan—que el capitalismo es «un sistema evolutivo que se reinventa y se revigoriza a sí mismo a través de las crisis». Esto parece ser cierto. Los pormenores del capitalismo y su administración cambian lentamente, se reinventa y revitaliza en reacción a las crisis, pero sólo como una estructura humana que conlleva a los inevitables ciclos de auge y caída. Simplemente porque el sistema permite una tendencia al alza y la generación de riqueza, no significa que no esté definido y caracterizado por un colapso inevitable y su ruina, ni tampoco que estemos menos vinculados a este.

SOSTENIENDO AL SISTEMA

Hank Paulson, tenía poca retrospectiva para dirigir sus juicios y decisiones mientras la crisis financiera se presentaba. En su libro On the Brink (Al borde del abismo) está su relato personal completo paso por paso desde el interior del campamento de los encargados de impedir el inminente desastre. El libro genera un agudo sentido de la incesante presión en la que se encontraban el gobierno de los Estados Unidos, la Reserva Federal y el Tesoro durante la crisis. El resultado es un libro apasionante en donde se enlaza el interés humano a la perspectiva única de Paulson y la participación dentro eventos verdaderamente dramáticos.

«He venido a Washington para hacer la diferencia, y lo hemos hecho, pensé, acabo de salvar al país—y al mundo—de la catástrofe financiera».

Henry M. Paulson JR., On the Brink

Su relato llega muy lejos verificando la evaluación Kaletsky con su perspectiva no intervencionista. Paulson, al igual que muchos en el gobierno de Bush, estaba totalmente contrario a la idea de rescatar a las instituciones financieras con el dinero de los contribuyentes. También verifica la percepción de Kaletsky de que la mecánica de la regulación y el gobierno no iban a la par con el desarrollo de los mercados, ni en particular con la naturaleza cada vez más entrelazada de las instituciones financieras. Sugiere que el gobierno estaba limitado en su capacidad de moverse con la suficiente rapidez. «Francamente no teníamos más remedio que dejarnos guiar por el instinto, componiendo sobre la marcha».

El libro proporciona un claro sentido de la frustración de Paulson: «No podíamos seguir usando cinta adhesiva y alambre de embalaje para tratar de mantener al sistema integrado». Gran parte de esta frustración está orientado a la maquinaria de la política en la que el Programa de Alivio a Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés) que fue donde la legislación se atascó. En ocasiones las divisiones políticas pueden impedir seriamente el progreso hacia una solución, con anécdotas de asambleas entre demócratas y republicanos en donde los participantes se lanzan a «interrumpirse uno al otro mientras hablan», «vociferando» y «con griteríos a todo lo que da alrededor de toda la mesa».

En donde la explicación de Paulson con la de Kaletsky entra en conflicto, naturalmente, es en donde recae la culpa. Paulson rastrea el origen del problema con el mercado hipotecario y «vivir más allá de nuestros límites», reconoce que a pesar de que «anticipó» un problema, no vislumbro vendría por ese cuadrante. A veces demostraba claramente lo que Kaletsky critica como un mercado fundamentalista celoso, que creía firmemente en permitir que el sistema se auto-corrigiera.

Indudablemente, Paulson tiene precisamente la experiencia que se necesita para dar una explicación interna de la crisis. Aunque como Kaletsky incrimina, se mostró reacio a intervenir; ciertamente, los sistemas de intervención no estaban en su lugar cuando se les requería. No obstante, de igual modo que Paulson está calificado para dar esta explicación, podría argumentarse que unos cuantos estaban más calificados para manejar la crisis en términos de entender los mercados y las instituciones financieras que este ex director ejecutivo de Goldman Sachs. Si él no pudo llevar las cosas de manera impecable, entonces ¿quién hubiera podido?

Paulson disfrutó de excelentes antecedentes académicos, deportivos y profesionales. Da una descripción de sí mismo de su función con Goldman Sachs algo así como de un «cruzado» y «moralista» quien amonestaría a sus colegas por vivir estilos de vida desmedidos, urgiéndoles a que «en los negocios como en la vida, no solamente debemos hacer lo que es legal sino lo que es correcto».

Lo que se sabe poco sobre Paulson es que es parte de la Ciencia Cristiana. La religión que quizás con más frecuencia está asociada más frecuencia con la prohibición del uso de medicamentos como curación, sus raíces se remontan a los escritos de Mary Baker Eddy. Paulson señala que la Ciencia Cristiana «siempre ha sido una gran influencia» sobre él. Relata su exitosa lucha en última instancia, cuando se encontraba en la desesperada necesidad de conciliar el sueño en medio del tumulto de la crisis financiera, sin necesidad de tomar píldoras para dormir. Ya sea que las creencias de Paulson informaron de su renuencia para administrar rauda y eficaz intervención en el sistema financiero, nunca se expresa abiertamente en el libro. Sin duda fue algo a lo que él se acercó cuando estuvo bajo extrema presión. Escribe que, en una ocasión llamó a su esposa, de quien se acuerda le dijo, «No tienes por qué tener miedo. Tu trabajo es reflejar a Dios, su Mente infinita, y puedes confiar Él».

Mientras que los relatos de Kaletsky y Paulson difieren en importantes aspectos, ambos demuestran que el capitalismo y la manera en que es administrado no puede dejar de ser un reflejo de quiénes somos y lo que creemos que es lo correcto.

GUÍA HACIA LA CRISIS

En el libro Crisis Economics (La Crisis Económica), los académicos Nouriel Roubini y Stephen Mihm proporcionan un relato equilibrado de la reciente crisis financiera que es apropiadamente tanto histórico como global en su enfoque. A la vez que da cuenta de la importancia de los Estados Unidos en cómo se desarrollaron las cosas, el análisis se beneficia de una perspectiva más internacional. En un sentido similar la cobertura histórica del libro es mucho más amplia que la de Paulson en cuanto a la manera de pensar en el momento de los hechos, y un alcance más allá del bien arreglado paquete sobre la historia del capitalismo que presenta Kaletsky. Su tesis central (como lo sugiere el titulo) concierne a la crisis económica, demostrando claramente que «lejos de ser la excepción, la crisis es la norma, no solamente para salir a flote sino en economías industriales avanzadas». Dichas crisis siempre han estado con nosotros y así permanecerán (véase «¿Heridos de Muerte?: Finanzas y Banca Global—Sistemas en Crisis»). El libro plantea que «las crisis están estructuradas en el genoma capitalista».

«Dentro de la historia del capitalismo moderno, las crisis son la norma, no la excepción».

Nouriel Roubini y Stephen Mihm, Crisis Economics

Roubini muy bien podría sentirse con el derecho de hablar sobre el tema, al haber dado una advertencia en septiembre de 2006 sobre el arribo de un catastrófico reviente de la burbuja hipotecaria en los Estados Unidos. El libro también se beneficia claramente del gran conocimiento histórico de Mihm, señalando que «la historia promueve la humildad», o por lo menos debería la perspectiva histórica. Esto es lo más efectivo para identificar que tan lejos llegarán las raíces de la presente burbuja hipotecaria, un análisis que sigue el informe en antiguas crisis y como las interpretaron los economistas. Roubini y Mihm argumentan que los eventos de 2008 pudieron haber sido familiares a los analistas financieros de hace cien o doscientos años atrás, a pesar de las inevitables diferencias de los detalles de cada una de las crisis y de ciertos elementos únicos que afloraron por primera vez en el reciente colapso.

El libro es una guía de cómo nos metimos en esta crisis—de cómo y por qué fallan los mercados. Los autores altercan que culpar a la codicia es una «explicación muy trillada». Señalan que la reciente crisis fue diferente, no por el aumento de codicia, sino por el peligroso reencauzamiento de la codicia a través de nuevos canales de compensación.

Sin embargo, al igual que ofrecen posibles soluciones para salir de este enredo, y permanecer fuera, su argumento es cada vez menos convincente. Si bien su énfasis sobre las imperfecciones del mercado es un estimulante contrapeso hacia el número de economistas determinados a mostrar que los mercados funcionan eficientemente, es difícil de creer que sus ideas para el mejoramiento lleguen a fructificar. Al igual que Kaletsky, se lamentan de que el gobierno no intervino más rápida y eficientemente cuando golpeó la crisis, además de que no había una mejor infraestructura regulatoria en efecto. Demandan por una serie de regulaciones que no eliminen las herramientas financieras, tales como las titulización y derivados (que se hicieron tan sépticas en la acumulación a la crisis actual), pero sería mejor que las controlaran y las trajeran a la vista pública. Una versión reforzada de la ley Glass-Steagall de 1933, que forma parte de la reforma bancaria adoptada en respuesta al colapso de grandes sectores de la banca comercial estadounidense a principios de 1933, podría, así sugieren, mover la actividad financiera fuera de las sombras y hacia la luz.

Por otro lado, aunque permanecen optimistas que con las medidas adecuadas, futuras crisis podrán ser evitadas, también están alertas al hecho de que ha emergido poca regulación desde que brotara la crisis actual. Este problema, combinado con los grandes desequilibrios mundiales a nivel nacional entre los países con enormes superávits comerciales y los déficits emergentes (como China y los Estados Unidos), podría sentar las bases para una crisis futura a una escala jamás antes vista. Así, sostienen que «el reciente desastre económico podría ser una probada de lo por venir».

Si la percepción de Roubini and Mihm es correcta—que «la crisis financiera solamente rasgó la tersa y brillante epidermis de lo que ha de venir con los años, un gangrenoso desbarajuste»—por lo tanto, ¿apuntalando al sistema nos llevará a un verdadero y duradero éxito? Cualquiera que sea la respuesta, suena como si no tuviéramos otro remedio que tratar de resucitarlo.

UN SISTEMA DEFICIENTE

Aunque a veces radicalmente diferente en sus interpretaciones de la última crisis y de lo que se pudo haber hecho para prevenir futuras catástrofes, estos tres libros identifican varios temas relacionados. Nuestro enfoque hacia el capitalismo se remonta a nosotros; refleja lo que somos y de de donde venimos. No existe ser humano, sin importar cuán calificado esté, que pueda mantener control en cada posible hecho incierto, que permanezca inmune a sus propios intereses, que prediga cada giro de los acontecimientos, y que tenga control del sistema al punto de de evitar un desastre. Más aun, estos libros demuestran que nuestro apetito por hacer todo apuntala hacia un sistema más deficiente, a pesar de los riesgos, aun permanece vivo y latente, sin importar el sentido de que otras catástrofes, quizás más grandes se avecinan.

Lo que ninguno de estos dos autores ofrece es una alternativa al sistema económico que hemos escogido, creyendo que es la mejor (aunque imperfecto) opción disponible. Tienen fe en el sistema actual. Ahora, si sabemos que este sistema está basado en aspectos de la naturaleza humana que con frecuencia son egoístas—en palabras de Kaletsky, «ambición, iniciativa, individualismo, el espíritu competitivo»—entonces bien, ¿no sería justo sugerir que la verdadera solución requiere en cambiar o reorientar estos elementos dentro de nosotros? Y si esto no lo podemos hacer nosotros mismos, como lo sugiere firmemente el estado en que se encuentra el sistema, ¿entonces como individuos somos libres de colgar las herramientas del capitalismo? ¿Estamos tan esclavizados por nuestra propia naturaleza que no podemos permitir que se nos muestre el camino a un sistema que es verdaderamente bueno, duradero y correctamente gobernado? Tal vez es hora de mirar más allá de nosotros mismos, hacia el Ser infalible quien puede cambiar los deseos del corazón humano, y curarnos de las «urgencias» del egoísmo y del lucro.