El reto de esperar soluciones a los problemas mundiales

En 2021, cuatro acontecimientos congregan a los líderes mundiales: la cumbre del G7, las conversaciones de la ONU sobre el Tratado de No Proliferación Nuclear, la cumbre del G20 y la conferencia sobre el cambio climático de Cop26. En cada caso, las reuniones proporcionarían la oportunidad de abordar los retos críticos de nuestro tiempo. De no actuar a tiempo, estos problemas desbordarán la capacidad humana para corregirlos.

Los problemas que estos grupos de liderazgo podrían ayudar a solucionar se abordan en el último libro del ex primer ministro británico Gordon Brown, Seven Ways to Change the World: How to Fix the Most Pressing Problems We Face (2021, Traducción literal: Siete maneras de cambiar el mundo: Cómo solucionar los problemas más acuciantes a los que nos enfrentamos). Entre las crisis que Brown ve a las puertas del mundo están la desigualdad global, incluidas la evasión fiscal por parte de empresas multinacionales y la distribución desigual de la vacuna Covid-19; una nueva carrera armamentística nuclear; una economía global inestable, en la que los países ricos y pobres siguen distanciándose; y una reducción insuficiente de las emisiones de carbono. Pero hay un problema: la mayoría de los políticos no piensan en términos globales. Están sujetos al cortoplacismo, no se centran en lo esencial ni se apartan fácilmente de los intereses nacionales o internos.

«Los políticos no están intrínsecamente bien preparados para tratar los entresijos de las crisis, económicas o de otro tipo.»

Gordon Brown «How to Mend a Failing World»

Brown es un tanto inusual para un ex líder nacional. Ha decidido dedicarse a seguir trabajando a favor de la resolución de los problemas mundiales. Su perspectiva no es la del nacionalismo estrecho que ha consumido a tantos líderes y países últimamente, sino más bien la visión desde la altura moral de la cooperación mundial.

A Brown le preocupan lo que él llama los «espacios [del mundo] sin gobierno». Con ello se refiere no solo a estados fallidos o frágiles, sino a «todo el medio ambiente mundial: océanos contaminados, bosques desecados y desiertos en rápida expansión. Se trata del sistema financiero mundial: los centros financieros extraterritoriales y los flujos ilícitos de dinero, así como los paraísos fiscales que facilitan el saqueo de las arcas públicas por los menos necesitados del mundo. E incluyen el régimen mundial de seguridad termonuclear, cada vez más sofisticado tecnológicamente pero también, como el ciberespacio, cada vez más vulnerable a accidentes y manipulaciones».

En un ejemplo concreto de miopía moral, señala que 2020 «será recordado por nuestro fracaso colectivo como comunidad internacional a la hora de unirnos y gestionar las emergencias sanitarias y económicas mundiales más graves a las que nos hemos enfrentado en tiempos de paz». Es decir, el nacionalismo vacunal y el proteccionismo médico fueron los factores que impidieron el reparto equitativo de las vacunas.

Los retos existenciales y las posibles soluciones que se debaten no son desconocidos para los lectores de Vision: pandemias, recuperación económica, políticas ecológicas globales, educación universal, ayuda humanitaria, codicia y corrupción, y proliferación nuclear. Sobre estas complejas cuestiones, Brown ofrece análisis y propuestas detallados.

Hay, por supuesto, una gran advertencia. Solo funcionarán si todo el mundo se sube a bordo, porque «sabemos que nadie está seguro en ningún sitio, sino hasta que todos lo estemos en todas partes». Brown sabe que los problemas existenciales que afectan a la humanidad en general no pueden resolverse por partes o por naciones individuales, grupos bienintencionados o un líder humano individual.

«Todas estas cuestiones son, por supuesto, complejas y exigen una investigación detallada, pero tienen una característica en común: son problemas globales que necesitan soluciones globales.»

Gordon Brown «How to Mend a Failing World»

Pero como la naturaleza humana es la eterna mosca en la sopa, la cooperación internacional solo se impone ocasionalmente al interés propio nacional; e incluso entonces, los actores suelen participar en función del análisis coste-beneficio.

Haría falta un cambio de mentalidad global de tipo espiritual para lograr soluciones duraderas a estos problemas existenciales. Como dijera un famoso general tras la Segunda Guerra Mundial, «ha de ser del espíritu si hemos de salvar la carne».

En la serie de Vision: Global Problems, Global Solutions (Problemas globales, soluciones globales), examinamos respuestas radicales a los tipos de problemas que Brown plantea con tanta habilidad y que valientemente trata de resolver. Desde las guerras hasta las desigualdades en el suministro de alimentos y agua, desde la injusticia hasta el gobierno ideal, mostramos que en realidad solo hay una solución permanente. ¿Pero la aceptaremos? Si lo hacemos, podremos atrevernos a esperar soluciones globales permanentes.