Soluciones Finales

Parte 2

Sesenta años después del comienzo de los Juicios de Núremberg, en los cuales se procesó a docenas de nazis por crímenes de guerra, tres historiadores y un cineasta analizan algunos de los temas que surgieron de los años de la dominación nazi en Europa. Ésta es la segunda parte de la conversación que sostuvo David Hulme, editor de la revista Visión, con Christopher Browning, Sir Ian Kershaw, Steven Ozment y Arnold Schwartzman.

 

DH Ian, usted ha explicado la dictadura de Hitler en términos de un pueblo trabajando para su líder. R.J.B. Bosworth adoptó el mismo punto de vista en su obra de 2002 acerca de Mussolini.

IK Sí, lo tomé de algunos comentarios que hizo un funcionario nazi de bajo rango en un discurso que pronunció en 1934 y la empleé para ayudarme a explicar cómo pudo funcionar ese sistema con Hitler representando ciertos objetivos a largo plazo, uno de los cuales era la eliminación de los judíos; pero ¿cómo se logró convertir esos objetivos a largo plazo en políticas prácticas sin que Hitler tuviera que tomar la iniciativa todo el tiempo? «Trabajar para el Führer» simplemente significaba que el pueblo se anticipaba a los deseos de Hitler. Ése era el camino hacia el desarrollo profesional, el ascenso, toda clase de ventajas dentro de ese régimen, y funcionaba a un nivel ideológico.

«El pueblo se anticipaba a los deseos de Hitler. Éste era el camino hacia el desarrollo profesional, el ascenso, toda clase de ventajas dentro de ese régimen».

Ian Kershaw

Con ese recurso era posible ver cómo cierto número de desarrollos logró impulsar la dinámica del régimen sin que todo tuviera que partir de Hitler. Debo agregar que eso no significa que Hitler no fuera responsable. Es más, considero a Hitler como el eje indispensable de esas acciones; sin embargo, otros aprobaron con mucha frecuencia esas acciones en su propia interpretación de lo que él representaba y de esa forma se convirtió en un vínculo entre este líder, quien a menudo estaba fuera del núcleo de esas acciones, y aquellas personas en estratos inferiores al suyo que ponían en marcha las acciones.

DH ¿Existen paralelismos antes o después de Hitler?

IK Bueno, en cierto modo, la noción no es más de lo que sucede en negocios convencionales. Pienso en la Universidad de Sheffield, donde trabajo. Muchas personas dirían que trabajan para el rector o el director de la universidad. Tienen alguna clase de declaración de misión e intentan llevarla a cabo de varias maneras. La diferencia aquí, claro, es que hay un líder que representaba ciertos objetivos ideológicos principales. A lo que intento llegar es a la manera en que, en un periodo muy corto de tiempo, el estado totalitario de Hitler transformó sus objetivos vagos y cósmicos —eliminar a los judíos y adquirir espacio habitable— en políticas prácticas. No me imagino que bastara con que Hitler estableciera una serie de directrices. Entonces, lo que debemos conocer es un método operativo entre las distintas áreas del régimen, del nivel más alto al más bajo, y el punto central de tales políticas; es decir, los deseos de Hitler conformaban la prioridad en el nivel más alto del régimen. Podemos ver que estas ideas comenzaron a formarse gradualmente como políticas específicas.

Entonces, no es como si elimináramos a Hitler de la ecuación, sino que observamos un tipo de dialéctica entre las operaciones de Hitler como jefe de Estado y las operaciones de muchos niveles del régimen debajo de él.

SO Creo que la importancia del concepto de Ian en ese sentido es que el punto de vista popular —la coartada— era que Hitler dirigía una dictadura totalitaria mediante la coerción y órdenes superiores. Lo que Ian nos mostró de una manera tan estupenda fue que, de hecho, Hitler no era un manipulador práctico. Las cosas no funcionan únicamente con coerción y órdenes superiores, sino que muchas personas en niveles inferiores toman la iniciativa y buscan discernir lo que se espera de ellas. Esto nos ayuda a normalizar el régimen para comprender el proceso de la creación de políticas. No era algo fundamental o radicalmente distinto de las políticas administrativas de otros regímenes.

Recordé todo eso a mitad de las audiencias del escándalo Irán-Contras en Estados Unidos a finales de la década de 1980. Se le preguntó a uno de los responsables si había recibido órdenes para cometer tales actos a lo que contestó que no. Luego se le preguntó si había desobedecido órdenes y había cometido tales actos por decisión propia, obteniendo la misma respuesta. Así que sus interrogadores le preguntaron: «Entonces, ¿cómo puede explicar esto?», y él contestó: «Sabía lo que el presidente quería». Tan simple como eso. Los gobiernos funcionan porque la gente no espera órdenes; se les da una guía general y se supone que deben tomar la iniciativa para alcanzar los objetivos establecidos. Esto no es una característica única de la Alemania nazi.

AS En las audiencias recientes en Washington para el nuevo encargado del Departamento de Justicia, muchas de las respuestas del Juez Roberts fueron prácticamente las mismas. Dijo: «Bueno, yo sabía lo que el presidente quería», en lugar de decir que era una orden o que lo estipulaba la ley. Afirmó que se apegó a la ley, pero en realidad sabía que era la manera en que el presidente deseaba que sucedieran las cosas.

DH Chris, ¿así llegamos a su concepto de que la Solución Final no fue un acto premeditado?

CB Oh, claro que sí, en el sentido de que Hitler afirmaba que existía una cuestión judía; era en extremo importante y se debía resolver, total y sistemáticamente. Las medidas incompletas y las soluciones parciales eran inaceptables. Durante un largo tiempo la solución se determinó en términos de lo que ahora llamamos «limpieza étnica»: erradicar a todos los judíos de Alemania. En su discurso de enero de 1939 Hitler dejó claro que, si comenzaba una guerra, su visión de una región sin judíos se extendería más allá de las fronteras alemanas, pero no dio más detalles. Y como Göring dijo después de la Noche de los Cristales Rotos: «Vamos a resolver la cuestión judía de una u otra forma». Eran personas que no sólo manipulaban, sino que se aseguraban de que todos los que se encontraban bajo sus órdenes comprendieran el estándar que debían cumplir.

En mi opinión, no fue sino hasta el otoño de 1941 que la antigua visión de alguna forma de expulsión, sin importar las consiguientes muertes, fue reemplazada con la perspectiva única de que debían mantener a todos los judíos en Europa para que pudieran matarlos a todos. Esto fue en realidad un cambio importante, incluso si no significó automáticamente que todos sabían cuáles eran las nuevas políticas: cuántos judíos quedarían vivos para trabajos forzados y por cuánto tiempo, o con cuáles países se tendrían los primeros acercamientos; sin embargo, hubo un momento clave en el cual la visión anterior se reemplazó con una nueva. Por eso digo que la Solución Final no fue una cuestión premeditada. Ciertamente no fue un desarrollo aberrante o una reacción a las circunstancias y la frustración; surgió como una dinámica política que ya estaba en marcha.

«La Solución Final no fue un desarrollo aberrante o una reacción a las circunstancias y la frustración; surgió como una dinámica política que ya estaba en marcha».

Christopher Browning

DH No obstante, Hitler parecía estar involucrado en la toma de decisiones en todos los puntos a lo largo del proceso.

CB No en todos los puntos, sino que sus subordinados tenían que consultarlo en los puntos clave. No se podía marcar a los judíos sin su permiso ni se podía deportarlos de Alemania sin su permiso. Sabemos que estas decisiones se le consultaban a él. Sabemos que a veces decía «aún no», que ponía un alto cuando sus subordinados pensaban que era el momento de comunicarle estos asuntos. En cierto sentido, actuó como un policía de tránsito controlando el flujo de aprobaciones a las iniciativas que él generaba. Es un estilo inusual de toma de decisiones. Él generaba la iniciativa, luego decía sí, no, tal vez o espere; y después, cuando les daba luz verde, esperaba que sus subordinados crearan planes más detallados y no lo molestaran con los detalles. Pienso que estuvo involucrado con la planeación práctica; queda sobreentendido que alguien más debía encargarse de estos asuntos sin molestarlo.

IK Concuerdo totalmente. Nadie mejor que Chris ha demostrado el papel de Hitler en los actos que condujeron al genocidio. El resultado sólo se presentó en el verano o el otoño de 1941 y en la primavera de 1942, y es muy evidente en cuanto a la Solución Final como la conocemos en la historia.

Tengo sólo un punto qué añadir. Si comparamos el Holocausto con otros genocidios, como el de Armenia o el de Ruanda, entonces se observará que no se presentó en un periodo muy corto en el contexto de una guerra, sino que hubo una predisposición para que Alemania (y luego Europa) si librara de los judíos. Esto significó cosas diferentes en momentos diferentes hasta que finalmente significó matar a todos los judíos de los que pudieran echar mano en los campos de concentración. Hasta ese punto había una intención de eliminar a todos los judíos en el Holocausto, lo cual difiere de la intención en los casos de Armenia y Ruanda. Sin duda se presentó un alto grado de brutalidad en ambos casos antes de que se llegara al genocidio a gran escala, pero, hasta donde sé, nadie dijo «lo que tenemos que hacer es eliminar a todos y cada uno de los armenios o a todos los tutsis de esta área en particular» dos o tres años antes de que sucedieran estos genocidios. Así que, también en este sentido, el desarrollo del Holocausto es un tanto distinto al de los otros genocidios.

AS ¿Creen que el proceso hubiera sido mucho más lento si Herschel Grynszpan no le hubiera disparado al tercer secretario de la embajada alemana en París el 7 de noviembre de 1938? Yo pensaría que fue casi un regalo para los nazis. Y su reacción en contra de los judíos —la Noche de los Cristales Rotos— realmente aceleró el proceso.

CB Para los judíos alemanes que aún no estaban convencidos del, todo la Noche de los Cristales Rotos hizo que rápidamente entendieran que no tenían futuro en Alemania. Después casi nadie pensó en no huir. Aterrorizó a los judíos alemanes que aún residían en el país y les apremió a realizar todo lo que estuviera en sus manos para escapar. En cuanto al lado alemán, la tercera etapa principal de legislación y expropiación estuvo en marcha desde la primavera. Las políticas fundamentales de 1938, relacionadas con el despojo de los judíos en Alemania de su posición económica para dejarlos paupérrimos, ya se encontraban en proceso. No veo que la Noche de los Cristales Rotos hubiera acelerado mucho los procesos o que fuera crucial para determinar la velocidad o la dirección de la política alemana. Yo creo que fue crucial para la conciencia judía.

DH Hablemos de la cantidad de literatura popular acerca de Hitler y la predilección anglosajona por un sentimiento antialemán. ¿Cuál es el papel de los recuerdos y cómo distorsionan nuestra perspectiva de un pueblo en particular?

SO Ciertamente hoy, a 60 años del fin de la guerra, existe una interesante evidencia anecdótica de un sentimiento antialemán profundamente arraigado en el mundo anglosajón. Hace menos de dos años el editor inglés Richard Desmond hizo un escándalo antialemán ampliamente publicitado y repleto de marchas a paso de ganso y saludos nazi. Claro que los británicos, al igual que los estadounidenses en nuestros programas cómicos de televisión, tienen la oportunidad de ver este tipo de prejuicios… Aunque creo que Fawlty Towers también incluía muy buen humor, lo que lo hacía menos ofensivo.

El ejemplo reciente más perturbador de la dificultad anglosajona para reconciliarse con los alemanes fue un intento del gobierno alemán por concientizar a los maestros de escuelas británicas encargados de dar clases de Historia de Alemania. Después del escándalo de Desmond, el Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, protestó oficialmente debido a que el gobierno alemán consideraba que había demasiadas expresiones de ese tipo. Como respuesta, invitaron a cerca de 20 maestros británicos de escuelas secundarias a pasar seis días en Alemania para un tour todo pagado por Berlín, Dresden y Bonn, durante los cuales los maestros se alojaron en finos hoteles y comieron en finos restaurantes. El objetivo era impresionarlos acerca de cuán distinta es la Alemania de hoy en comparación con la de las décadas de 1930 y 1940, y qué tan obsoleto era hablar de los alemanes actuales en términos prejuiciosos. De los informes que leí, la respuesta del grupo al final del recorrido no fue la que los alemanes esperaban —y creo que tampoco muchos ingleses—. Cuando se les preguntó si cambiarían la manera en que impartían su clase sobre la Historia de Alemania, algunos miembros del grupo explicaron que la maldad es fascinante, y que Hitler y la guerra es el tipo de Historia de Alemania que les gusta a los estudiantes y maestros en Gran Bretaña, por lo que continuarían impartiendo su clase de la misma manera en que lo habían hecho antes.

«Sospecho que varios factores mantendrán los desacuerdos entre alemanes y británicos en el futuro próximo».

Steven Ozment

Sospecho que varios factores mantendrán los desacuerdos entre alemanes y británicos en el futuro próximo. Existen demasiados resentimientos entre ambos grupos que datan del siglo pasado como para verlos pronto caminar lado a lado, aunque a menudo eso esperamos. Pero creo que lo que es aún más importante es que los británicos y los alemanes se parecen demasiado como para estar en buenos términos. Hoy son los dos arzobispos de Europa. Son las dos grandes potencias europeas que llevarán al continente hasta el siglo XXI y la una o la otra ejercerá un gran liderazgo a lo largo del proceso.

DH Caballeros, después de investigar todos estos terribles sucesos y la barbarie que los seres humanos pueden cometer, ¿son optimistas respecto a la naturaleza humana?

IK En su libro Leviatán, Thomas Hobbes escribió la famosa cita de que la vida era «tosca, embrutecida y breve», y que las personas estaban controladas en gran medida por la autoridad. Es una perspectiva muy pesimista, pero creo que no tan alejada de lo que suelo pensar al respecto. La autoridad puede tomar diferentes rumbos, como vemos en el caso de la Alemania nazi; sin embargo, en lo que se refiere a la humanidad en general, existen muchísimo ejemplos para seguir siendo optimistas respecto a las personas hasta que nos topamos con algo que apenas podemos comprender. Existe una gran predisposición al bien y al mal en tantos aspectos de la sociedad moderna, pero, debido a la fragilidad de la civilización, tiendo a ser un poco pesimista respecto a la naturaleza humana, a menos que se canalice a través de los elementos civilizadores, algo que damos por hecho en Occidente. Es una pregunta casi imposible de responder como una generalización; creo que mi postura está más en el lado negativo y pesimista de la naturaleza que en el positivo. Esto se relaciona parcialmente con lo que Auschwitz simboliza, pero además —por supuesto— podemos observar muchos otros horrores en el siglo XX que apenas son comprensibles por el nivel de sufrimiento de las personas a manos de sus semejantes. Cuando lo generalizamos, pienso que nos da brinda pocas oportunidades para ser optimistas respecto a la naturaleza humana en el siglo XX y, me atrevo a decir, también en el siglo XXI.

CB A diferencia de Ian, yo no adoptaría las ideas de Hobbes e incluso me inclinaría más por las ideas de John Locke y la capacidad para empezar de nuevo de una manera positiva o negativa según lo dicten los delgados límites de la socialización y la civilización, así como la cultura política. La mayor parte del tiempo no vivimos con un miedo constante al colapso total, pero si lo analizamos nos damos cuenta de lo frágiles que son estos límites y la civilización, y qué terrible es su colapso. No veo al hombre como a un ser inherentemente bueno o malo, aunque sería difícil pasar mi vida dando clase si no creyera que los seres humanos pueden poner de su parte para remediar su vulnerabilidad, y que la educación y la concientización son parte del compromiso humano para continuar manteniendo a raya al mundo descrito por Hobbes. Confío que en mi vida, en mi sociedad, así continuarán siendo las cosas, incluso si he observado que en muchos casos no ha sido así.

AS Yo siempre he sido un optimista, pero con un gran margen de pesimismo. Siempre busco analogías visuales acerca de la repetición de la historia y ayer me topé con un indicio en un libro de diseño que decía «el daño en este monumento conmemorativo de la Primera Guerra Mundial fue causado por un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial». En el periodo posterior al Huracán Katrina en la costa del Golfo se pudo observar lo mejor y lo peor de la situación. Tiendo a inclinarme del lado optimista.

«Ayer me topé con un indicio en un libro de diseño que decía: ‘el daño en este monumento conmemorativo de la Primera Guerra Mundial fue causado por un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial’».

Arnold Schwartzman

SO Tengo cinco hijos y acabo de tener un nieto, así que no me baso en los conceptos de Locke o Hobbes, sino en mi propia experiencia. Pienso que ser optimista parte de una razón práctica y, por lo tanto, de la experiencia personal; no se puede obtener una respuesta final con la pura razón o con evidencia histórica que muy a menudo muestra lo contrario y por ello nos mantiene vacilantes. De hecho, ¡parecería que sólo se puede ser optimista desafiando la evidencia del pesimismo!

 

REFERENCIAS SELECCIONADAS:

Christopher R. Browning (Profesor Frank Porter Graham de Historia en la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill; ganador del Premio Nacional al Libro Judío de 1993): Aquellos hombres grises. El batallón 101 y la solución final en Polonia (Ordinary Men: Reserve Police Battalion 101 and the Final Solution in Poland) (1992); The Origins of the Final Solution: The Evolution of Nazi Jewish Policy, September 1939–March 1942 (2004).

Sir Ian Kershaw (Profesor de Historia Moderna en la Universidad de Sheffield y miembro de la Academia Británica y la Real Sociedad Histórica, entre otras): Hitler, 1889–1936 (Hitler, 1889–1936: Hubris) (1998); Hitler, 1936–1945: Nemesis (2000).

Steven Ozment (Profesor McLean de Historia Antigua y Moderna en la Universidad de Harvard; ganador del Premio de Historia Schaff en 1981): Una fortaleza extraordinaria. Una nueva historia del pueblo alemán (A Mighty Fortress: A New History of the German People) (2004).

Arnold Schwartzman (Diseñador gráfico y cineasta; ganador del Premio de la Academia en 1982 al Mejor Documental; miembro de la Orden del Imperio Británico desde 2002): Genocidio (1981), Liberación (1994).