La Marcha de la Locura Continúa

En su excelente obra sobre la proclividad humana de evadir alternativas disponibles y persistir en comportamientos contrarios al interés propio (La marcha de la locura: La sinrazón desde Troya hasta Vietnam), la fallecida historiadora estadounidense Bárbara Tuchman hizo crónica de varios ejemplos de locura gubernamental autodestructivos. Además de la guerra de Troya y el desastre de la marcha de los Estados Unidos contra Vietnam, escribió acerca de la caída del papado renacentista y la pérdida de las colonias de Jorge III en Norteamérica.

La gente también creerá casi cualquier cosa, al parecer, a pesar de la disponibilidad de alternativas creíbles y viables, haciéndolo en perjuicio propio. Considere esta tendencia humana que se aplica a las cuestiones de fe, la religión y Dios— ya sea un rechazo del nacimiento virginal, o una amplia aceptación de las reclamaciones espectaculares de El Código Da Vinci o de las nociones de Darwin en El Origen de las Especies.

A medida que la temporada de Navidad se aproxima cada año, las revistas noticiosas sacan a relucir sus predecibles artículos de portada que ponen en duda el relato bíblico del nacimiento de Jesús. En realidad sólo hay una historia, dicha con un énfasis ligeramente diferente, y aparece en dos de los cuatro Evangelios: Mateo y Lucas. Y con todo, la gente se entretiene con toda clase de especulaciones acerca de «que pasó en realidad» y evaden las declaraciones directas hechas en el siglo primero. En defensa, se argumenta que no podemos estar seguros de la veracidad de la Biblia, se nos induce a dudar de esta. Sin embargo, creemos en los detalles de las historias en las que existe mucho menos soporte. Tome en cuenta, por ejemplo, la Guerra de las Galias del César, de las cuales hay 10 manuscritos existentes, contra más de 5.000 copias o fragmentos del Nuevo Testamento en griego antiguo. Una declaración de Lucas—«me ha parecido una buena idea..., Después de haber investigado todo con sumo cuidado desde su origen, to escribírtelas por orden... para que llegues a conocer bien la verdad de lo que se te ha enseñado»—solo es digna de escepticismo. Aunque dice que testigos oculares y ministros de la Palabra entregaron estas verdades a él y a otros (Lucas 1:1–4). Desde hace varios números, Visión ha mostrado «Los Evangelios para el Siglo XXI», con un intento de tomar la Biblia por su palabra, sin distorsiones, dejarla hablar por sí misma.

Después tenemos El Código Da Vinci de Dan Brown, que se ha convertido en la novela mejor vendida de todos los tiempos. También ha desatado una tormenta de controversias. Sin embargo, su más grande impacto sobre los millones que la han leído ha sido el incremento de dudas sobre cualquiera de las verdades de la Biblia, causándoles dudar acerca de la fiabilidad del Nuevo Testamento y la verdad sobre los descendientes de Jesús (ficción). En este número, David Lloyd lleva a Brown a verificar sus «hechos».

También mencioné la teoría de la evolución de Darwin. Es posible que si se llevara a cabo una encuesta para identificar la mentira más grande jamás dicha, no sería digna ni de mencionarla. Mucha gente cree su teoría del ascenso gradual de la humanidad de su estado primitivo a través de mutaciones erráticas. Con todo, ¿cuantos saben que Darwin dijo que, dados ciertos descubrimientos, su teoría colapsaría? El matemático Bill Dembski, un proponente del Diseño Inteligente (DI), cree que hoy hay más que suficiente evidencia para justificar tirar a un lado la teoría de Darwin. Son tan convincentes estos descubrimientos que, en diciembre, el filósofo británico Antony Flew se retractó de su ateísmo de por vida y adoptó la creencia de una inteligencia suprema detrás de la creación. He aquí un hombre que desafió las probabilidades y aceptó la alternativa creíble.

Sin embargo, para muchos este aun no es el camino a seguir: la marcha de la locura continúa cuando se tiene que ver con la fe, religión y Dios. Tal vez la reflexión sobre estos y otros artículos de este número de Visión inspire a otros de nosotros a pensar de nuevo, por nuestro propio bien, acerca de las alternativas a las ideas populares.