Sí, pero...

Incluso si se acepta por fe el modelo del big bang, surgen preguntas obvias para la mayoría de las personas: ¿Qué había antes del big bang? ¿De dónde salió ese punto condensado? Y ¿qué provocó que se expandiera?

Paul Davies es un físico teórico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y locutor que recibió el premio Michael Faraday de la Sociedad Real en 2002, la medalla Kelvin del Instituto de Física del Reino Unido en 2001, y el Premio Tempelton en 1995. En su libro de 2006, The Goldilocks Enigma [El Enigma de Ricitos de Oro], Davies reflexiona más a fondo acerca de qué podría provocar que una bola de materia aparezca repentinamente de la nada en un momento en particular del tiempo, cuando no lo había hecho durante la eternidad preexistente. Pregunta: «¿Que provocaría que sucediera, justo entonces y exactamente en ese lugar?» ¿Su contestación? «No hay una respuesta satisfactoria».

Incluso la posibilidad de un universo cíclico, con implosiones y explosiones repetidas, es problemática. Davies señala que «la existencia de un universo así no se puede explicar solamente diciendo que siempre ha estado rebotando tranquilamente por su camino». Paul J. Steinhardt y Neil Turok aceptan que incluso pudo haber un comienzo para el universo cíclico en el pasado distante. Una vez más esto supone la pregunta de qué había antes.

Una manera en la que Davies y otros abordan este problema es señalar que si el tiempo y el espacio comenzaron durante el big bang original, entonces «¿qué había antes?» o «¿cómo?» son preguntas redundantes y se convierten en conceptos insignificantes fuera de estos constructos. Hawking y Mlodinow argumentan ideas similares, insistiendo en que los sucesos previos al big bang no deberían formar parte del modelo científico, y afirman rotundamente que «preguntas tales como quién estableció las condiciones para el big bang no competen a la ciencia».

En 1973, el físico Edward Tryon de la Universidad de la Ciudad de Nueva York escribió un artículo publicado en la revista Nature en el que propuso que «nuestro Universo es simplemente una de esas cosas que suceden de vez en cuando».

Hawking trabajó con James Hartle de la Universidad de California en los años ochenta para elaborar un constructo matemático, basado en un principio de incertidumbre cuántica aplicado al tiempo y el espacio, que pudiera explicar un universo creatio ex nihilo (creado de la nada). La explicación de Hartle-Hawking propone un universo que no tiene un momento definido de creación ni un pasado infinito detrás de él. Davies se pregunta cuán en serio podemos tomarnos esta explicación. Su respuesta: «En mi opinión, no tan seriamente. Su valor se basa, sobre todo, en mostrarnos cómo sería una teoría física del nacimiento del universo a partir de la nada».

Singh señala que el uso de la cosmología cuántica permite que el universo «haya surgido de la nada sin razón alguna». Es posible que un universo bebé haya «emergido espontáneamente de la nada, quizá junto con una multitud de otros universos», creando un multiuniverso colectivo; sin embargo, señala que, «desafortunadamente, la comunidad científica debe admitir que todas estas posibles respuestas, desde universos rebotantes hasta la creación cuántica espontánea, son altamente especulativas y no responden apropiadamente la pregunta primordial de dónde surgió el universo».