Barbie cumple 50 Años

Nacida el 9 de marzo de 1959, Barbie Millicent Roberts se convirtió en la muñeca de moda más famosa del mundo. Aunque probablemente la mayoría de las personas desconoce su nombre completo o que la muñeca reconoce a Willows, Wisconsin, como su ciudad natal, las chicas de todo el mundo han considerado a Barbie como una compañera cercana de su niñez y un modelo a seguir. Y su compañía matriz, Mattel, Inc., no podría estar más orgullosa de ello.

¿Qué nos dice el fenómeno conocido como Barbie acerca del mundo en el que crecen nuestros hijos?

Con una recatada mirada de soslayo, Barbie pisó el escenario del mundo en marzo de 1959 en la Feria Internacional del Juguete de Nueva York. Vestida y lista para una fiesta de lujo en la piscina, con un traje de baño a rayas de color blanco y negro y tacones altos, esta atractiva muñequita estaba a punto de revolucionar la industria del juguete. Lo que sus creadores no se imaginaron fue que también llegaría a ser el reflejo de una sociedad cambiante.

Aunque el porcentaje de mujeres que se unían a la fuerza laboral de la década posterior a la Segunda Guerra Mundial iba en aumento, aun entonces una suposición ampliamente difundida era que una mujer casada y con hijos debía quedarse en casa. Populares programas de televisión como Father Knows Best y The Donna Reed Show reforzaron este modelo de familia tradicional —como lo hizo también la publicidad—, así que la mayoría de los padres les compraban a sus pequeñas hijas juguetes que reflejaran sus roles futuros como mamás y amas de casa. El mundo de Barbie llegó a ocupar un lugar en el corredor de muñecas para niñas, que entonces estaba poblado por bebés cachetoncitos y de ojos dormilones.

EL NACIMIENTO DE BARBIE

La cofundadora de Mattel, Ruth Handler (1916–2002), observó un estilo de juego diferente cuando su hija Bárbara se reunía con sus amigas. En lugar de jugar a «la casita» con muñecas bebés, elegían muñecas de papel con aspecto de adultos. Al notar que las niñas daban a las muñecas roles diferentes a la maternidad, Handler descubrió algo muy importante: «Utilizaban esas muñecas para proyectar los sueños de sus propios futuros como mujeres adultas». Handler comenzó a imaginar una muñeca adolescente tridimensional y a la moda con la que las niñas pudieran jugar e imaginar todas las cosas que podrían ser cuando crecieran. En su autobiografía, Dream Doll: The Ruth Handler Story [La Muñeca Ideal: La historia de Ruth Handler], continuó: «A diferencia de jugar con una muñeca bebé, en la que una niña está muy limitada a asumir el rol de mamá, Barbie siempre ha representado el hecho de que una mujer tiene opciones».

Pero no todos creían que las niñas querían opciones; primero se tenía que convencer al propio consejo de administración de Handler que una muñeca adolescente a la moda se vendería. Después de tres años de desarrollo, Barbie recibió una reacción poco entusiasta en su debut en la Feria del Juguete. Muchos vendedores de juguetes se mostraron escépticos de que esta nueva muñeca de aspecto maduro realmente atrajera a las jovencitas. Con el temor de que su figura adulta y aspecto sofisticado molestara a los padres, algunos comerciantes simplemente se rehusaron a vender la muñeca.

«Durante los últimos 40 años la industria del juguete en Estados Unidos se ha convertido en el gigante mundial y multimillonario que es en la actualidad gracias al ingenio de su mercadotecnia, desarrollada más que nada para hacer de los niños, no de sus padres, sus mejores clientes».

Lizabeth Cohen, A Consumer's Republic: The Politics of Mass Consumption in Postwar America

Aunque Handler se desilusionó profundamente con la respuesta poco entusiasta, siguió adelante. Mattel ya contaba con un plan de promoción para sus juguetes por medio de la televisión, más específicamente, de la televisión para niños. Aún utilizada con muchísimo éxito hoy en día, esta estrategia evadía a los padres y atraía directamente a la audiencia objetivo de la compañía. Para finales de los años cincuenta la televisión ya estaba firmemente establecida en la mayoría de los hogares estadounidenses, y los programas para niños se estaban convirtiendo en un segmento en crecimiento de la programación regular, por lo que los anunciantes estaban dispuestos a explotar el mercado juvenil.

En 1955 Mattel ya se había convertido en un patrocinador comercial del incipiente Club de Mickey Mouse, tres años y medio antes del nacimiento de Barbie. El costo anual de $500,000 dólares pagado por anticipado para patrocinar el programa era un riesgo considerable para la compañía, pero unas semanas después de que apareciera su primer comercial de juguetes en octubre de ese año se hizo evidente la sabiduría de la nueva técnica de mercadotecnia. Los minoristas vendieron rápidamente sus existencias de los juguetes anunciados y se vieron obligados a pedir más para satisfacer la demanda. Los anuncios publicitarios anunciados con regularidad por televisión generaron un nivel más consistente de demanda del consumidor para la mercancía infantil que la que había existido anteriormente, cuando los juguetes que se compraban para los niños se basaban sobre todo en el impulso de sus padres y normalmente durante las fiestas. Como resultado, los juguetes para niños comenzaron a venderse en las tiendas todo el año.

HORA DEL ESPECTÁCULO

El primer comercial de televisión de Barbie salió al aire en el Club de Mickey Mouse en 1959. Mostrando un variedad de muñecas, cada una vistiendo un atuendo diferente (vendido por separado, por supuesto), el anuncio enfatizaba la diversión de imaginarse siendo adulta como Barbie. En los melodiosos tonos de la cantante del anuncio, Mattel sembró un sueño en la cabeza de las niñas: «Algún día voy a ser exactamente como tú. Mientras tanto sé exactamente lo que haré: Barbie, hermosa Barbie, jugaré a ser tú». Las preadolescentes estaban encantadas con la hermosa muñequita y su adorable guardarropa perfectamente complementado con accesorios, que siempre acentuaban su improbable delgadez de cintura y sus largas piernas.

Barbie se convirtió rápidamente en un éxito en ventas. El primer año posterior a su introducción se vendieron más de 300,000 muñecas a un elevado costo de tres dólares cada una. De acuerdo con Handler, se necesitaron más de tres años de producción para ir a la par de la demanda, periodo durante el cual la diminuta sensación atravesó el Atlántico para cautivar también a Europa.

No pasó mucho tiempo antes de que las niñas pidieran que Barbie tuviera amigos. Así que en 1961 Mattel introdujo a su eterno novio Ken, seguido en 1963 por su mejor amiga Midge, el futuro esposo de Midge, Alan, en 1964, y Christie, la amiga afroamericana de Barbie, en 1968. Se han agregado con regularidad muñecas adicionales a la línea, incluyendo familiares más jóvenes y un círculo de amigos multinacional y multiétnico. El deseo de Mattel por ser global llevó además en 1997 a la introducción de Becky, una pequeña sonriente y de cabellera rubia-rojiza que se desplazaba en una silla de ruedas de color de rosa.

Además de las muñecas y sus accesorios, Barbie incluye una extensa línea de productos temáticos, como bicicletas, patines, libros, ropa de vestir y de cama, y películas. Actualmente Barbie está incluso en Internet con una red social para niñas cuidadosamente controlada, mientras que su sitio Web oficial presenta juegos, actividades y un enlace al sitio de Coleccionistas de Barbie, con noticias, consejos para coleccionistas y oportunidades para adquirir las muñecas de edición limitada (algunos calculan que existen más de 100,000 coleccionistas de Barbie activos en el mundo). Los entusiastas de ese pasatiempo y miles de pequeñas admiradoras por igual han acumulado incuestionablemente no sólo una inmensa población de muñecas, sino también ropa y accesorios a escala 1:6 con un valor de millones de dólares. De acuerdo con Mattel, durante la segunda mitad del siglo pasado la compañía produjo mil millones de atuendos (con mil millones de pares de zapatos que les hicieran juego) para Barbie y sus amigos, y han vendido las muñecas y sus atuendos a niñas y adultos en más de 140 países, haciendo de Barbie una de las líneas de productos para niños más exitosa en la historia. Según el conteo del fabricante, 90% de las niñas de Estados Unidos entre 3 y 10 años de edad tiene al menos una muñeca Barbie.

MODELO DE UNA SOCIEDAD CAMBIANTE

El éxito de Barbie no ha sido gratuito. Mencione su nombre en un grupo de adultos y prácticamente todos ofrecerán su opinión acerca del juguete. Su apariencia, estilo de vida y carreras han sido estudiados y discutidos, pero aunque su impacto en la industria del juguete es evidente, la investigación empírica de su efecto en las niñas que juegan con ella ha sido escasa.

La especialista en mercadotecnia Kristin Noelle Weissman escribió en Barbie: The Icon, the Image, the Ideal [Barbie: El ícono, la imagen, el ideal] que «Barbie ha moldeado y respondido a las expectativas del mercado». La habilidad de Mattel para desarrollar nuevas estrategias publicitarias y reaccionar a los deseos del consumidor ha sido un distintivo del éxito de la compañía. Sin embargo, Weissman señala también que Barbie es «un reflejo de los valores de la cultura popular estadounidense». Aunque la muñeca ha sido condenada por algunos como una mala influencia y apoyada por otros como un modelo de rol positivo, parece ser más bien un espejo en el que podemos ver el curso cambiante de la sociedad y no tanto un producto que va marcando una tendencia.

Mientras Barbie ingresaba al mundo laboral fue el modelo de un patrón emergente. Los efectos de la segunda ola del feminismo estaban empezando a sentirse. Se decía a las mujeres que no debían definirse «sólo» como amas de casa. El trabajo fuera del hogar prometía a una mujer ganarse su propio dinero y un estatus que el trabajo en casa no le daba, y muchas mujeres estuvieron listas para reclamar esa promesa. Las primeras profesiones de Barbie se limitaban a aquéllas que se consideraban apropiadas para una mujer a inicios de los años sesenta: modelo, maestra de escuela, enfermera, bailarina, sobrecargo, etc. Barbie era símbolo de decisión e independencia. Desde entonces, según cuenta Mattel, ha tenido más de 100 profesiones que representan muchas líneas de trabajo. Ya sea diseñadora de modas, paleontóloga, conductora de NASCAR, piloto, oficial militar (engalanada en un uniforme aprobado por el Pentágono), veterinaria, deportista olímpica o candidata presidencial de EE.UU., Barbie siempre ha sido una chica profesional y ha reflejado a través de los años la naturaleza cambiante de las opciones de carrera para la mujer.

No obstante, Barbie ha omitido intencionalmente una alternativa de carrera: la maternidad. Aunque con frecuencia se le ve con hermosos vestidos de novia (creados «por sus amigos diseñadores», señala Mattel), ella sigue soltera. Los niños en su vida se han limitado a sus hermanas o primas, y sus roles de cuidadora son como niñera, maestra o doctora. Aunque Handler no argumentaba que las opciones de una mujer no debían excluir la maternidad, «Mamá» no es un título de papel modelo que Barbie pudiera desear. En toda la línea de Barbie, su mejor amiga Midge es la única muñeca que ha sido comercializada con la profesión principal de «casada y con hijos».

Al no tener esposo ni hijos, Barbie cuenta con un mundo lleno de posesiones. Lenore Wright, profesora de filosofía de la Universidad de Baylor, señala que «el catálogo de Barbie refleja su éxito financiero, independencia y riqueza material: una “casa de ensueño”, una residencia, un convertible, una alberca, una caravana, un jacuzzi, un guardarropa de alta costura, un caballo, un perro, etc., etc.» («The Wonder of Barbie: Popular Culture and the Making of Female Identity» [«La Maravilla de Barbie: Cultura Popular y el Desarrollo de la Identidad Femenina»]. La acumulación de bienes de Barbie refleja el estilo de vida de consumismo de la posguerra que había sido pregonado como un método para reforzar la economía. «El consumo masivo en Estados Unidos en la posguerra no era una indulgencia personal, sino más bien una responsabilidad cívica», señala la historiadora Lizabeth Cohen en A Consumers’ Republic: The Politics of Mass Consumption in Postwar America [Una República de Consumidores: La Política del Consumo Masivo en los Estados Unidos de la Posguerra].

Al momento de la introducción de Barbie, la economía estadounidense estaba mejorando y el estilo de vida de los consumidores estaba floreciendo. Las técnicas de mercadotecnia se estaban perfeccionando no sólo para vender al mayor número de consumidores, sino para hacer que esos consumidores continuaran regresando por más. Cohen hace referencia al potencial de la publicidad para imprimir ciertos deseos en el consumidor: «Los anuncios dirigidos a los niños como un segmento en los años cincuenta y sesenta buscaban —y no de manera casual— sentar las bases para una vida de consumo... la Barbie adolescente de Mattel, con sus armarios llenos de atuendos y accesorios a la moda, enseñaron la importancia de cómo vestirse y qué poseer».

No sólo el deseo de pertenencias se volvió importante, sino que, como nunca antes, la apariencia se convirtió en un producto. Aunque su forma ha variado con el tiempo, la belleza siempre ha sido valorada, generando la presión de ajustarse a lo que se considere belleza en una época determinada. Aunque Barbie ha sido acusada de representar un ideal físico inalcanzable para las niñas, provocándoles problemas de autoimagen y, en algunos casos, trastornos alimenticios durante su desarrollo, el punto de vista de Ruth Handler era que la figura de Barbie en realidad «tipificaba lo que era el ideal femenino a finales de los años cincuenta». Una mirada superficial a las actrices populares de la época confirma que una esbelta figura de reloj de arena era una popular imagen promedio. A través de revistas, televisión y cine, las mujeres estuvieron sujetas a la presión de ajustarse a ese estándar físico.

Esa presión sólo ha aumentado en nuestro mundo saturado de medios de comunicación. Mujeres y niñas son bombardeadas por imágenes y palabras que les dicen cuál es el aspecto ideal de esta época y cómo alcanzarlo. Incluso Barbie ha tenido que modificar su apariencia varias veces a lo largo de los años para mantenerse en los ideales de belleza cambiantes.

Con el obsesivo énfasis en nuestra apariencia física, los adultos están preocupados con justa razón porque los niños deberían ser educados para tener un sentido de sí mismos; sin embargo, mientras las niñas promedio saben que Barbie es un juguete, aunque con una figura muy poco probable, ¿qué hará esa misma niña con el ataque de los medios de comunicación altamente sexualizados a los que está sometida? ¿Entenderá que a pesar de que los anuncios le digan que puede llegar a ser justo como Barbie, son escasas las probabilidades de que su propio rostro, cabello, cuerpo y guardarropa se asemejen a los de la atractiva muñequita? Algo que debiera ser de mucho mayor preocupación que una curvilínea muñeca de plástico es la mercadotecnia en general (con su énfasis en la belleza, la popularidad y las posesiones materiales) a la que los niños están expuestos en muchas áreas de sus vidas. El reinado de 50 años de Barbie como una de las muñecas más vendidas del mundo no es casualidad, puesto que su inmenso éxito es el producto de una cuidadosa investigación y comercialización.

Ruth Handler insistía que «Barbie siempre siguió las tendencias, nunca las creó». De hecho, los diseñadores de Barbie han trabajado con esmero para convertirla en un reflejo de los acontecimientos y las modas de una sociedad cambiante (aunque, al hacerlo, sin duda han ayudado a afianzar ciertas tendencias sociales). Es posible que Barbie no siempre atraiga las sensibilidades adultas, pero ha sido un éxito a pesar de ello, porque abre las puertas a las posibilidades de lo que una niña puede imaginar. Si lo que esa niña imagina es algunas veces inquietante, tal vez los adultos necesiten examinar la sociedad y los valores que han creado para que sus hijos los imiten.