Hablando en Proverbios . . .

El conflicto entre hermanos es tan común que a menudo pasa desapercibido, incluso invisible en muchas familias, sin embargo, sus efectos pueden ser extremadamente dañinos. El libro de Proverbios está escrito en gran parte de padre a hijo, un conjunto de instrucciones amorosas destinadas a evitar que los niños entren en peligro al caminar el camino trillado que los padres ya han viajado. Sus principios son tan aplicables entre hermanos como entre sus compañeros y pueden proporcionar a los niños con las directrices para la resolución de inevitables conflictos. 

«No tengas pleito con nadie sin razón, si no te han hecho agravio», dice Proverbios 3:30 (Versión Reina-Valera 1962). Puede ser una fuente gratificante de realización personal al ejercer ese poder sobre los demás que tú puedas afectar o incluso controlar sus emociones y reacciones con poco más que palabras. Con el tiempo, sin embargo, esto puede ser humillante y degradante para la persona en el extremo receptor. La confianza, el respeto y el cuidado de la familia puede verse afectado cuando escudos defensivos deben de erigirse en anticipación a lo que pueda venir con el siguiente asalto; «El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar» (Proverbios 18:19). 

«El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?» (Proverbios 18:14). El niño que acosa a un hermano hasta la exasperación, el estrés emocional o el odio puede destruir la conexión vital entre ellos, el amor fraterno que debe ser una fuente de fortaleza y apoyo en momentos de necesidad a lo largo de la vida; «un hermano en tiempo de angustia», dice Proverbios 17:17. Por otro lado, «El que turba su casa heredará viento; Y el necio será siervo del sabio de corazón» (Proverbios 11:29).

Los niños deben aprender a resolver las diferencias y dificultades por sí mismos a medida que aprenden las habilidades necesarias, solo que requiere que los padres les enseñen a una edad temprana habilidades aceptables para resolver problemas. Solo así los niños pueden desarrollar técnicas eficaces para hacer frente a conflictos entre hermanos. Mateo 18:15–17 ofrece una serie lógica de pasos para una madura resolución de los problemas. Comienza con lo siguiente: «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano». Solamente si este paso no tuvo éxito, se traen entonces otras personas para ayudar a resolver el problema.

¿Cómo pueden los niños aprender a resolver entre ellos sus propios argumentos? «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6). La Biblia está repleta con ejemplos de los valores que apoyan esta formación, sin embargo, se encuentran sintetizados dentro del frecuentemente conocido principio la Regla de Oro: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas» (Mateo 7:12). Por supuesto, antes de que los niños puedan aplicar este principio deben ser enseñados a ver una situación desde la perspectiva del otro. También deben aprender a manejar las emociones involucradas, tratar de entender la causa (s) de la contienda, evaluar su propio papel en el inicio o exacerbación de él, aceptar la responsabilidad por su participación, y tranquilamente ir a la otra parte y buscar la reconciliación. Cuanto antes los jóvenes comienzan a desarrollar estas habilidades interpersonales muy valiosas, mejor. A juzgar por el hecho de que muy rara vez se encuentran en los no tan jóvenes, tales habilidades pueden tomar una vida entera en dominar.