¿Son necesarios los padres?

Hace dos años la columnista del New York Times, Maureen Dowd, atrajo la atención de diversas personas, hombres y mujeres por igual, con su controversial libro que formula la pregunta ¿Son necesarios los hombres? Se trata de una pregunta válida. ¿Acaso los hombres sólo son importantes para la procreación?

La comunidad anti-masculina cuenta con seguidoras que se hacen escuchar y que no desperdician sus «halagos» en este género. Gloria Steinem comentó en una ocasión a manera de broma: «Una mujer sin un hombre es como un pez sin una bicicleta». Para algunas, los hombres son poco más que un fastidio qué tolerar, pero ¿por qué este punto de vista negativo?

No cabe duda de que los hombres no siempre han contribuido favorablemente a su reputación colectiva. Algunos abandonan las relaciones y dejan a su pareja física, emocional o económicamente afectada; algunos son culpables de acoso sexual, discriminación laboral y otras injusticias. Por otro lado, algunas mujeres también se comportan de una manera menos que admirable. Sin embargo, ninguna persona razonable concluiría que la sociedad estaría mejor ya sea sin hombres o sin mujeres.

Debido a que muchos matrimonios están fracasando (un problema por el cual no se puede culpar únicamente a uno de los sexos), un número cada vez mayor de padres —por lo general mujeres— se encuentran educando solos a sus hijos. Cuando los padres, ya sea por divorcio, separación o abandono, no cumplen con su responsabilidad de amar, apoyar, enseñar y educar a sus hijos, las madres tienen que redoblar sus esfuerzos y tratar de cumplir con los papeles tanto de padre como de madre.

Entonces, reduzcamos el enfoque de la pregunta original de Dowd y preguntemos: ¿Son necesarios los padres?

EL PADRE AUSENTE

A pesar de que los seres humanos tenemos una sorprendente resistencia a las dificultades, pocos argumentarían que ser un padre soltero es lo ideal. Un admirable grupo de investigadores sugiere que los padres y las madres realizan contribuciones diferentes, aunque igualmente importantes, al sano desarrollo de los hijos, y que ninguno de los padres es prescindible.

«Lentamente los papás están incrementando la cantidad de tiempo que pasan cuidando de sus hijos, y los papás de hoy están mas visiblemente involucrados con sus hijos que los papás de otras generaciones».

Brent A. McBride, Geoffrey L. Brown, Kelly K. Bost, Nana Shin, et al., «Paternal Identity, Maternal Gatekeeping, and Father Involvement», elaborado para el Consejo Nacional para las Relaciones Familiares, julio de 2005

Un estudio realizado por investigadores del Centro de Investigación de la Población (Population Research Center) de la Universidad de Maryland en febrero de 2006 mostró una fuerte relación entre el hecho de que un padre viva con sus hijos y el bienestar de estos últimos. Aunque los autores esperaban encontrar que, en general, el bienestar fuera mayor para los hijos cuando sus padres vivían con ellos, quedaron sorprendidos cuando las pruebas indicaron que era incluso mayor cuando el padre estaba lo suficientemente comprometido como para casarse con la madre de sus hijos. De acuerdo con la conclusión del estudio, «el descubrimiento de que los hijos cuyos padres biológicos no estaban casados experimentaban niveles más altos de problemas de conducta que aquéllos cuyos padres biológicos sí estaban casados fue una novedad. La relación biológica entre padre e hijo se encuentra bien establecida en la literatura como una base para la inversión paterna y, por consiguiente, para el bienestar del hijo; sin embargo, el descubrimiento de que la relación legal entre los padres también se relaciona con el bienestar de los hijos es un descubrimiento relativamente nuevo e importante».

La verdad es que los hijos necesitan de un padre comprometido tanto como necesitan de su madre. Las estadísticas señalan consistentemente que los niños que crecen sin su padre son más propensos a presentar diversos problemas sociales. Las tasas de delincuencia, drogadicción, aborto y de alumnos que abandonan los estudios casi siempre se relacionan directamente con la ausencia del padre.

Aunque es imposible tener una visión completa solamente a través de las estadísticas, los siguientes datos indican una relación entre la ausencia del padre y una variedad de problemas sociales:

  • En 1997 un informe para el Congreso del Centro de Servicios para la Salud Mental de EE.UU. (U.S. Center for Mental Health Services o CMHS, por sus siglas en inglés) proporcionó información demográfica a nivel nacional de los niños inscritos en los servicios financiados por el CMHS y encontró que «en general, los niños que viven en familias de un solo padre son más propensos a experimentar pobreza que los que viven en hogares con ambos padres». Además, «de los niños que viven en pobreza, 73% vivían en familias mantenidas por la madre, en comparación con 22% que vivían con ambos padres y 5% que vivían sólo con su padre».
  • En un estudio realizado en 2004 por el Consejo Nacional para las Relaciones Familiares (National Council on Family Relations) los investigadores notaron que «la mayoría de los niños viven en familias cuyos padres biológicos están casados (56%)», pero que «el número de niños que viven con sus dos padres biológicos casados ha disminuido constantemente». Se descubrió que esta disminución afecta negativamente el bienestar de los niños de diversas maneras, incluyendo que «los adolescentes que no viven en familias cuyos padres biológicos están casados tienden a presentar más problemas emocionales y de conducta» y están «considerablemente menos dedicados con los estudios».
  • En un estudio sobre las raíces del desarrollo de una violación (en Criminal Justice & Behavior [Justicia y Comportamiento Criminal], Volumen 14, 1987) realizado para la Asociación Estadounidense de Psicología Correccional y Forense (American Association for Correctional and Forensic Psychology), los investigadores descubrieron que 80% de los violadores motivados por la ira mal canalizada crecieron en hogares sin su padre. Aquéllos con otras motivaciones también mostraban un alto índice de ausencia del padre.
  • Un estudio publicado en febrero de 2007 por la Journal of Population Economics [Revista de Economía sobre la Población] señala: «Existen pruebas persistentes de que los jóvenes criados por padres solteros son más propensos a tener un mal desempeño en la escuela y a involucrarse en conductas que se apartan de la “norma”, tales como fumar, tener relaciones sexuales, el abuso de drogas y la delincuencia. Sin embargo, no existe un acuerdo generalizado respecto a si la terminación del matrimonio afecta los resultados en la juventud de una manera diferente». Después de realizar esta investigación los autores concluyeron que el pasar cinco años más con el padre biológico disminuye considerablemente la posibilidad de que un joven se involucre en las conductas mencionadas y que, en general, «mientras más tiempo permanezca el padre en el hogar, ‘mejor’ le irá a la juventud».

LA HABILIDAD DE SER PADRE

Es claro que los padres desempeñan un papel importante al ayudar a los hijos a convertirse en ciudadanos equilibrados y participativos, pero ¿cómo pueden desempeñar su papel de manera efectiva? En su libro Fatherneed, Kyle Pruett muestra los efectos del cuidado de un padre en el desarrollo de su hijo. Después de considerar docenas de posibles influencias, tales como la clase social, las circunstancias económicas y maritales, el orden de nacimiento y el género de los hijos, Pruett concluye que las actitudes de un padre y la sensibilidad de su comportamiento respecto al cuidado de sus hijos tienen una influencia más positiva en el desarrollo socio-emocional del niño que la cantidad total de tiempo que interactúa con él.

Pero el niño no es el único que se beneficia de esta interacción. Investigadores tales como Elizabeth Gould de la Universidad de Princeton están descubriendo indicaciones de que la paternidad puede incrementar las conexiones nerviosas en la región del cerebro de un hombre que controlan ciertos tipos de comportamientos orientados por metas, incluyendo la planeación y la previsión, el juicio y la predicción de las consecuencias del comportamiento. En resumen, mientras más cercana sea la relación entre un padre y su hijo, mejor será para los dos, ahora y en el futuro.

Sin embargo, desarrollar esta interacción requiere un gran compromiso. Un padre no sólo debe considerar importante el pasar tiempo con sus hijos, sino que también debe ver su papel como algo crítico para su bienestar. Mientras que los hombres fácilmente ven la relevancia de lograr que la educación les ayude en su vocación, rara vez dan la misma importancia a mejorar sus habilidades como padres. Incluso si más hombres valoraran dichas habilidades, pocos programas tienen el propósito de educar a los padres para su papel familiar y los que existen no son muy exitosos.

Éste es un vacío sorprendente, considerando la atención que se ha prestado a preparar a los hombres en otros aspectos de su vida. Existen programas que los animan a tener una educación universitaria, programas de orientación vocacional, seminarios de trabajo en equipo para mejorar el desempeño corporativo y muchas otras opciones de desarrollo personal; pero muy pocos programas se dedican a educar a los papás acerca de la importancia de su papel como padres.

¿Cuál es el problema esencial? ¿Por qué son tantos los casos de hombres que han renunciado a su responsabilidad? Hay quienes creen que el problema es la masculinidad en sí. Debido a que la mayoría de los delitos son cometidos por hombres, la conclusión es que los hombres son agresivos y poco confiables por naturaleza.

A pesar de que algunas feministas han etiquetado a los hombres como depredadores naturales y a las mujeres como sus desafortunadas víctimas, es difícil creer que ésta sea una imagen exacta de los sexos. La mayoría de los hombres y mujeres son personas responsables y amorosas capaces de educar a sus hijos, y la mayoría de los hombres comparten el deseo de criarlos de una manera responsable. Quizá para muchos no sea cuestión de no querer realizar el trabajo, sino de no saber cómo hacerlo. De hecho, la educación puede ser la clave para ser un buen padre.

«Nuestros descubrimientos indican que las percepciones maternales... están relacionadas con la participación del padre. Una forma de cambiar el comportamiento del padre podría involucrar la manera en que lo ve la madre. Si las madres creen que los padres pueden y deben ser capaces, entonces sería más factible que los dejaran entrar en la vida de sus hijos».

Brent A. McBride, Geoffrey L. Brown, Kelly K. Bost, Nana Shin, et al., «Paternal Identity, Maternal Gatekeeping, and Father Involvement», elaborado para el Consejo Nacional para las Relaciones Familiares, julio de 2005

EL MEJOR PADRE

La Biblia tiene mucho qué decir respecto a los padres y la paternidad, y a pesar del tiempo que ha pasado desde que se escribió este libro, el consejo que ofrece, cuando se entiende y se aplica de manera apropiada, sigue siendo práctico y practicable. De hecho, el Creador del universo se describe a sí mismo como un padre. También se define como amor: «Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él» (1 Juan 4:16).

Pero ¿qué es el amor? Otra parte de la Escritura nos brinda una definición práctica: «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser» (1 Corintios 13:4–8).

Esto describe acciones, no sólo sentimientos. Un padre que emplea estas cualidades no puede evitar el crear un vínculo profundo con sus hijos ni el impulsarlos en su camino para convertirse en ciudadanos responsables de la comunidad. Por desgracia, muchos padres no están lo suficientemente involucrados en la vida de sus hijos como para emplear estas cualidades y, como resultado, ambos salen perdiendo. Puede haber una variedad de razones para este distanciamiento. Algunos hombres son producto de unos padres que creían que los hijos eran responsabilidad sólo de su madre; otros simplemente están demasiado preocupados con sus propias necesidades y deseos como para recordar que los demás también necesitan atención. No obstante, aquellos hombres que se dan cuenta de que son responsables de sus hijos y que invierten el tiempo necesario para comunicarse con ellos descubren que su vida se enriquece enormemente con la experiencia.

Pruett realiza varias sugerencias para ayudar a los hombres a desarrollar una fuerte conexión con sus hijos. «A lo que me refiero con paternidad es a una paternidad involucrada», escribe. «Una conducta masculina más allá de la inseminación que promueva activamente el bienestar y el sano desarrollo de los hijos y de la familia». Entonces, con la advertencia de que «no es posible que una lista de conductas abarque todos los aspectos importantes de la paternidad», nombra algunas de las «características comunes» de un padre involucrado:

  1. Sentirse responsable de su hijo y comportarse de tal manera.
  2. Comprometerse emocionalmente.
  3. Estar accesible físicamente.
  4. Aportar lo necesario para satisfacer las necesidades de su hijo.
  5. Participar en las decisiones sobre cómo criar a su hijo.

Una relación amorosa necesita más que palabras. Un padre debe participar en el funcionamiento diario de su familia para poder ver con claridad las necesidades de sus hijos. Cada vez es más evidente que los padres no pueden mantenerse al margen y dejar que las madres eduquen solas a los hijos.

¿Son necesarios los padres? Según las estadísticas, el tipo adecuado de padre está muy solicitado. De hecho, los padres amorosos, dedicados y comprometidos son, quizá, más importantes que nunca.

En su libro, The Hurried Child [El Niño Apresurado], el psicólogo infantil, David Elkind, se refiere a la familia como «una escuela de relaciones humanas en donde los hijos aprenden a vivir dentro de una sociedad». Una madre comprometida y cariñosa junto a un padre positivo y activamente involucrado forman la columna vertebral de una familia saludable y la base de una comunidad fuerte.