¿María se mantuvo virgen?

Ningún artículo de fe ha estado sujeto a tanto escrutinio de parte de los críticos y a tanto bruñido afectuoso de los fieles como la noción de que María se mantuvo virgen hasta su muerte. Haciendo a un lado el prisma filosófico a través del cual se ve generalmente el dogma de la virginidad perpetua de María, veamos qué dice la Biblia acerca de ella. Las Escrituras son claras al señalar que María concibió milagrosamente cuando aun era virgen durante sus esponsales con José, con lo que se cumplió la profecía de Isaías (Isaías 7:14; Mateo 1:18–24; Lucas 1:26–32), pero ¿señalan que María se mantuvo virgen después del nacimiento de Jesús?

El Evangelio de Mateo nos dice que: «Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS» (Mateo 1:24–25).

Dos puntos son importantes aquí: primero, se describe que José «conoció» a María (el eufemismo bíblico estándar para el acto sexual) después del nacimiento de Jesús; y segundo, que Jesús fue el hijo primogénito, lo que definitivamente indica que hubo otros hijos, y cuando menos insinúa también a una hija. El término griego para el primogénito es prototokos. Si Jesús hubiera sido hijo único, y si eso hubiera sido importante, se habría empleado el término monogenes (Lucas 7:12;8:42;9:38).

Al presentar el relato de María y el nacimiento de Jesús, los autores de los Evangelios simplemente registraron un nacimiento milagroso; no pretendían describir a María como una diosa virgen. Lo que muchos teólogos no han logrado apreciar es que las Escrituras Hebreas, a diferencia del mundo filosófico, no consideran el cuerpo físico (y, por tanto, el sexo) como algo malvado, sólo al mal uso que se le da. Así que para las mentes hebreas de la iglesia primitiva, como para los autores de las Escrituras, la humanidad de María no era un problema.

Hasta el día de hoy, son las ideas filosóficas, que no están acordes ni basadas en las Escrituras, las que conducen el debate acerca de María, y así, para evitar la obvia implicación bíblica de que María se había establecido con José y le había dado hijos como una esposa y madre judía normal y consciente de sus deberes, con el paso de los años se han ido inventado diversas historias, empezando desde el siglo dos. Ya las primeras tradiciones de la iglesia describían a José como un hombre anciano que tenía hijos de un matrimonio anterior. Luego él murió y María crió a sus hijos como propios, como lo muestra una pintura de principios del siglo XV del artista flamenco Robert Campin sobre María. Más tarde, el artista español del siglo XVII Bartolomé Murillo, en Los Esponsales de la Virgen (The Marriage of the Virgin), representó a José como un hombre joven. A los hermanos de Cristo se les asignó el papel de primos o hijos adoptivos, a pesar del uso consistente en el Nuevo Testamento del término griego adelphos, cuya derivación es «salido del [mismo] vientre», para referirse a hermanos.

El Evangelio de Mateo registra otro relato de la madre y los hermanos de Cristo: «Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan» (Mateo 12:47). Esto se repite en Marcos 3:31–35 y Lucas 8:19–21. En el Evangelio de Juan hay también dos relatos de Jesús interactuando con su madre y sus hermanos (Juan 2:12; 7:2–10). Además, Mateo registra la reacción de la gente ante Jesús cuando visitó su ciudad natal de Nazaret: «¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?» (Mateo 13:55–56). En cada uno de estos escritos aparece el término griego adelphos, lo que indica una relación de hermanos.

Marcos cita a la gente de la ciudad: «¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?» (Marcos 6:3). Una vez más, utiliza las palabras griegas adelphos y adelphe, las usuales para hablar de hermanos y hermanas de sangre. Y de acuerdo con el apóstol Pablo, Jacobo era «el hermano del Señor» (Gálatas 1:19).

Así, los relatos históricos de la vida de María más ampliamente aceptados (los Evangelios) respaldan por completo la conclusión de que María siguió la norma de la sociedad judía de su época y le dio varios hijos a José.