Cristos Orientales

Los hombres-dioses, inspirados por el estilo de gobierno del Imperio Romano y vinculados con el cristianismo tradicional, han ido y venido en Europa durante casi dos milenios. En el último número de Visión observamos una manifestación euroasiática del culto al gobernante y su papel en la historia de la Unión Soviética en manos de Lenin y Stalin. La manipulación del sentimiento religioso es un elemento importante en el ascenso y el mandato de los falsos mesías, e incluso los estados ateos han sucumbido a la tentación de echar mano del poder de la devoción.

Con la expansión del totalitarismo y el comunismo en el siglo XX, no nos debe sorprender encontrar ejemplos de aspiraciones políticas y mesiánicas en la moderna Asia oriental, como tampoco el encontrar antecedentes autóctonos en los cultos a sus gobernantes. Mao Zedong de China, Pol Pot de Camboya y la dinastía Kim de Corea del Norte han afirmado tener un estatus de salvador y todos ellos han echado mano de los antecedentes históricos y del sentimiento religioso para su legitimidad.

El ascenso del comunismo chino domina la historia asiática reciente. Aunque la ciega brutalidad de la Unión Soviética bajo Joseph Stalin conmocionó profundamente al mundo, incluso aún más que Adolfo Hitler, el violento mandato de Mao sigue siendo insuperable en la historia moderna.

Antes de analizar los abrumadores detalles, vale la pena tomar nota del antecesor de Mao del siglo XIX, un hombre con sus propias y extraordinarias pretensiones.

EL PRECURSOR MESIÁNICO DE MAO

Alrededor de 50 años antes del nacimiento de Mao en 1893, China padeció las depredaciones de una clase diferente de hombre-dios, el autoproclamado «Rey Celestial», Hong Xiuquan. Hong era del pueblo de los Hakka, al sur de la provincia china de Guangdong, adyacente a Hunan la provincia de nacimiento de Mao. Este tenía una impresión favorable del régimen mesiánico de Hong y lo tomó por inspiración, utilizándolo para legitimar el suyo. Ello demostraría ser una fatídica comparación.

Hong afirmó haber tenido una experiencia mística en 1837, un sueño en el que un hombre anciano de barba dorada y capa con un dragón de color negro le indicó que limpiara el mundo del mal, especialmente de sus ídolos. En la visión recibió una espada y un sello, así como la ayuda de otro hombre de edad mediana. Aunque no afirmó de inmediato que había entendido el significado del sueño, una de sus obras literarias de ese año, The Poem on Executing the Vicious and Preserving the Righteous [El poema sobre la erradicación de la maldad y la preservación de la rectitud], presagió la violencia que pronto se asociaría con su reino utópico cuasi cristiano.

En 1843 Hong sufrió una depresión después de un nuevo intento fallido por aprobar el más importante examen del servicio civil, una clave para el estatus y la prosperidad en la China imperial. En su consternado estado mental leyó un libro que llevaba varios años en su repisa y que le había regalado un amigo. Good Words for Exhorting the Age [Palabras sabias para estimular la madurez] era una colección de nueve tratados breves del primer evangelista protestante chino, Liang Fa, y cuyo objetivo era explicar el cristianismo a su pueblo.

Como resultado de la versión abreviada de Liang del mensaje esencial de la Biblia, Hong llegó a creer que el misterioso anciano de barba dorada de su visión era nada menos que Dios Padre. El hombre de edad media era Jesucristo y él, Hong Xiuquan, era el joven hermano de Jesús. Así se convenció a sí mismo de ser el nuevo mesías enviado a salvar China. Tras bautizarse a sí mismo, Hong creía que ya se había convertido en cristiano.

En otro indicio del tipo de mandato que introduciría, ordenó de inmediato que se forjaran dos armas gigantescas llamadas «espadas para matar demonios», que simbolizaban su deseo de erradicar de su territorio al taoísmo, el confucianismo y el budismo.

Como maestro, Hong logró convertir a algunos de sus colaboradores a sus creencias y comenzó a remover de las escuelas las tradicionales tablillas chinas de madera con las que los estudiantes honraban a Confucio. Sin embargo, la reacción pública fue tan severa que Hong huyó a pie y caminó 480 km (300 millas) hasta la provincia occidental de Guangxi. Allí uno de sus acompañantes fundó una secta, la «Sociedad de los Adoradores de Dios», de la cual Hong se convirtió en el líder en 1847.

La serie publicada de Hong, Ode on the Origin of the Way and Our Salvation [Oda acerca del Origen del Camino y de nuestra Salvación] (1845–48), sin duda incorporaba parcialmente su severa interpretación de las enseñanzas de un misionero bautista de origen estadounidense, Issachar Jacox Roberts, junto a quien había estudiado por algunos meses en 1847. Durante todo esto Hong se estaba preparando para anunciar su severo y teocrático «Reino Celestial de la Gran Paz» (Taiping).

No obstante, nada significativo ocurrió sino hasta que el gobierno chino intentó acallar por la fuerza a los Adoradores de Dios en 1850. Fue entonces cuando estalló la Rebelión Taiping y Hong y sus seguidores armados se movieron con paso seguro hacia el norte, tomando el control de alrededor de 600 ciudades. Conforme lo hacían se les unían decenas de miles de campesinos desafectos que rechazaban al colonialismo británico y su apoyo por parte de la débil dinastía Qing (Manchú) en Beijing. Las reformas propuestas por Hong —quien estaba en contra de las apuestas, la prostitución y el consumo del opio— resonaron entre la población local. En marzo de 1853, con un ejército que ya se acercaba al millón de personas, Hong capturó Nanjing y la renombró como «Capital Celestial» (Tianjing).

Empero, no tenía nada de celestial. Las luchas internas y una aversión por el trabajo del gobierno por parte del Reino Celestial tuvieron sus efectos. Hong asesinó a dos de sus generales y comenzó a pasar más tiempo en la contemplación religiosa o en su harem. En una década la capital Taiping se encontraba bajo tan grande tensión que los generales de Hong aconsejaban la retirada. Él se rehusó argumentando que Dios proveería, incluso si Tianjing era sitiada. Sin embargo, en junio de 1864, con su propia salud en declive, Hong se suicidó a la edad de 50 años.

Tan sólo algunas semanas después las tropas de Qing, acompañadas por los asesores militares occidentales, tomaron la ciudad y asesinaron aproximadamente a 100,000 partidarios de Taiping, aunque esa escandalosa cifra era un mero símbolo de los 20 millones de personas que habían muerto a causa de la guerra y la inanición durante el reinado de Hong Xiuquan, el hombre a quien tanto admiraba Mao Zedong.

Quizás esta admiración es la razón por la que una década después del inicio del mandato de Mao en 1959, la República Popular de China (RPC) abrió un museo en la casa original de Hong para luego renovarla dos años más tarde. En 1988, 12 años después del fallecimiento de Mao, el gobierno chino reconoció la serie Origin of the Way [Origen del Camino] de Hong como «Documentos Importantes bajo Protección Nacional». Para el CXL aniversario del levantamiento que estableció el Reino Celestial de la Gran Paz, la RPC inauguró el Museo Hong Xiuquan en Cantón donde, de acuerdo con la publicidad local, «los sitios y reliquias asociados seguramente inspirarán al patriota que hay en ti».

LOS PRIMEROS AÑOS DEL PRESIDENTE

Mao nació en una familia de campesinos medianamente acaudalados en la remota aldea de Hunan en Shaoshan. Su padre, con quien desarrolló una relación hostil, era trabajador, mientras que su madre era tolerante y le adoraba. El temprano apego de Mao al budismo, fomentado por su madre, finalmente daría paso a su interés por el marxismo-leninismo. En 1911 se enlistó en el ejército revolucionario que luchaba en contra de la dinastía Qing en su región local. Esta breve experiencia militar en su adolescencia confirmó su adoración por sus héroes de la infancia: los emperadores guerreros chinos, el revolucionario George Washington y el aspirante a neo-emperador romano, Napoleón (vea ¡Mesías! Parte 6). Con el derrocamiento de los gobernantes de la dinastía Qing y el nacimiento de la república china, Mao regresó a la escuela, donde se involucró en los grupos estudiantiles. Uno de ellos, la Nueva Sociedad Estudiantil del Pueblo, fundada en el invierno de 1917–1918, produjo muchos miembros del partido comunista en los años por venir.

Después de su graduación, Mao se mudó a Beijing y gran parte del trayecto lo hizo a pie. Allí comenzó a trabajar como asistente de un bibliotecario. Su estancia coincidió con un ataque antiimperialista chino en respuesta a los desfavorables términos del Tratado de Versalles posterior a la Primer Guerra Mundial: se otorgarían concesiones alemanas a Japón en Shandong, el lugar de nacimiento de Confucio, en lugar de ser devuelta a China. La creación del Movimiento cultural y político del Cuatro de Mayo de 1919 fue una respuesta espontánea. China se rehusó a firmar el tratado y terminaría por firmar un acuerdo por separado con Alemania.

En 1920 Mao fue elegido director de una escuela en Changsha y organizó allí una Liga Juvenil Comunista. El levantamiento provocado por el Movimiento del Cuatro de Mayo pronto condujo a la formación del Partido Comunista de China (PCCh). Mao ya se encontraba bajo la influencia de los dos hombres que comenzaron el partido: su mentor, Li Dazhao (bibliotecario en jefe de la Universidad de Beijing, profesor de historia y partidario de la revolución bolchevique), y el anarquista intelectual, Chen Duxiu (organizador del Movimiento del Cuatro de Mayo). Mao asistió a la primera sesión del congreso nacional en julio de 1921 y fue elegido como uno de los comisarios del Comité Central en 1923.

Entre 1924 y 1925 estuvo en su hogar en Shaoshan, donde fue testigo de la posible actividad revolucionaria de los campesinos cuando realizaron una protesta en contra de la supresión del pueblo chino por parte de la policía extranjera en Shanghái. El punto de vista de Li respecto al marxismo-leninismo ya formaba el centro del pensamiento de Mao. Li creía que los campesinos chinos remplazaban al proletariado urbano de la teoría marxista. Al momento de la ejecución y muerte de su mentor en 1927 ya era claro para Mao que quedaban muy pocos en la clase trabajadora urbana de China para hacer una diferencia en cualquier levantamiento. Para empeorar las cosas, el Partido Nacionalista Chino dirigido por Chiang Kai-shek, con quien Mao había trabajado en asociación durante algún tiempo, había dado recientemente un golpe de estado anticomunista y destruido los centros urbanos del partido. Mao reconoció entonces que China ya no podía esperar más una revolución para separarse del mundo industrializado de occidente y que los campesinos tendrían que movilizarse para derrotar a las fuerzas del imperialismo chino.

DETRÁS DE LA LEYENDA

En 1930 Mao comenzó una purga de un año de sus compañeros comunistas en las provincias de Jiangxi y Fujian (los cálculos de quienes fueron asesinados varían entre los 20,000 y los 186,000). De acuerdo con Jung Chang y Jon Halliday en Mao: La historia desconocida, «este episodio crítico —de muchas maneras, el momento de formación del maoísmo— sigue encubierto hasta nuestros días. La responsabilidad y los motivos personales de Mao, así como su extrema brutalidad, siguen siendo tabú».

Mao emergió como líder de la recién declarada República Soviética de China a finales de 1931 y la Unión Soviética reconoció su liderazgo y le nombró presidente del Comité Ejecutivo Central, presidente de la República y primer ministro.

Para 1934 el Ejército Rojo de China había peleado y ganado cuatro campañas en contra de las fuerzas nacionalistas de Chiang Kai-shek, pero en octubre fueron incapaces de soportar una quinta campaña y así comenzaría la retirada de un año y 10,000 km (6,000 millas) conocida como la Larga Marcha. Para ese tiempo Mao había sido hecho a un lado como presidente, una reacción de sus colegas a su primera gran purga. Aunque no recuperó el papel de liderazgo en su partido sino hasta varios meses después, la mitología de la Larga Marcha le ha convertido en el Moisés chino que dirige a su pueblo hacia la libertad. Ciertamente, nadie puede registrar con imparcialidad la historia de la China moderna sin reconocer las tribulaciones de los 80,000 involucrados en el trayecto. Aunque sólo lo completaron unos 4,000, de acuerdo con Chang y Halliday, la marcha continúa siendo el mito fundador de la China comunista. A lo largo del viaje los viajeros politizaron a los campesinos, aterrorizaron a los «terratenientes» y entregaron sus posesiones a los campesinos.

La productora de documentales, Sun Shuyun, detalla los recuerdos de los pioneros sobrevivientes del cansado viaje en su libro del año 2006, pero también permite a los entrevistados y a su investigación en el sitio anular algunas de las mitologías asociadas y revelar aún más la capacidad de Mao para lograr una brutalidad extrema, mucho tiempo antes del infame Gran Salto Adelante (1958–1960) y de la Revolución Cultural (1966–1976). En esta última, Mao incluso asesinó a la mayoría de los veteranos restantes de la Larga Marcha.

EL CULTO A LA PERSONALIDAD

A finales de la marcha en el otoño de 1935, los sobrevivientes de los Ejércitos Rojos se establecieron en Yenan en la provincia de Shaanxi al norte occidental de China. Fue allí donde Mao pudo consolidar su poder al cooperar encubiertamente con los japoneses durante su invasión a China.

Entre 1936 y 1944 tuvo tiempo para crear su propia versión china del marxismo-leninismo y escribió varias obras teóricas. Esto le alejó un poco de su patrocinador soviético, Joseph Stalin (quien aportó, desde 1940 y cada año durante algún tiempo, entre 45 y 50 millones de dólares a su valor actual). Stalin no creía que los comunistas chinos pudieran lograr un estado revolucionario proletario sin una asociación con Chiang Kai-shek. El cambio en el equilibrio de la guerra en contra de los alemanes y los japoneses en 1945 había de demostrar que el dictador soviético se había equivocado.

Durante el mismo periodo, las campañas de terror y tortura en contra de sus propios partidarios comunistas continuaron siendo uno de los principales métodos de Mao para mantener el poder. Su alterno y organizador del terror, Kang Sheng, había participado en las purgas de Stalin en la Unión Soviética. Mao continuó coaccionando violentamente a sus propios partidarios hasta que fue obvio que los japoneses serían derrotados en la Segunda Guerra Mundial y el Ejército Rojo tendría que enfrentar a los nacionalistas por el control de China. En ese punto, de una manera hipócrita, comenzó a disculparse por el sufrimiento que había causado. Ahora necesitaba cuadros jóvenes y experimentados líderes militares para luchar contra el enemigo nacionalista.

«La transformación del maoísmo en una religión política… fue el resultado de una iniciativa de los de arriba y de la espontánea participación de las masas de abajo».

Emilio Gentile, Politics as Religion

Mientras tanto, Mao instauró el culto a la personalidad por el cual se hizo de triste fama. La campaña de terror le facilitó el descartar de una vez y para siempre las críticas a su liderazgo. De acuerdo con Chang y Halliday, algunos lo recuerdan como el periodo en que «se estableció firmemente en nuestra mente que el Presidente Mao es nuestro único y sabio líder». Su deificación quedó así enraizada en el terror y en una creación propia. El periódico Liberation Daily [Diario de la Liberación] anunció en primera plana que «¡El Camarada Mao Tse-tung es el Salvador del Pueblo Chino!». Aparecieron insignias con la imagen de Mao en la ropa de las personas y con su retrato en los hogares. A principios de 1945, durante el Séptimo Congreso del Partido, se confabuló con sus más allegados y aterrorizó a sus «partidarios», tras lo cual se reconoció a sí mismo como el líder supremo del PCCh. Era ahora el Stalin de China.

PODER ABSOLUTO

Los cuatro años siguientes fueron testigos de cómo al país quedó inmerso en una guerra civil durante la cual se perpetraron indescriptibles actos de violencia, brutalidad, tortura, inanición y asesinato que fueron alentados por los comunistas de China. A los campesinos se les enseñó a delatar a cualquiera de sus vecinos que fuera ligeramente más rico o que les hubiera ofendido, con frecuencia de una manera mínima. En el mundo de Mao el terror nunca estuvo alejado de la superficie.

En 1949, con un fuerte apoyo de los soviéticos y de los comunistas encubiertos que se encontraban entre los nacionalistas, el Ejército Rojo derrotó a Chiang Kai-shek, quien se refugió en la isla de Taiwán (Formosa). La negativa de Stalin de ayudar a Mao a tomar Taiwán por temor a la oposición estadounidense dio a los nacionalistas un hogar permanente. Sin embargo, en el mes de octubre, Mao, ahora el gobernante absoluto de 550 millones de personas, se paró en la cima de la Puerta de Tian’anmen en Beijing para declarar a la República Popular China. El aparecer allí se convirtió en su práctica para las ocasiones especiales; una idea copiada del uso de los líderes soviéticos de la tumba de Lenin como plataforma. De acuerdo con el historiador, Emilio Gentile, en tales ocasiones Mao «ofrecía su persona para la adoración de las masas como una reencarnación moderna del antiguo emperador chino venerado como el Hijo de los Cielos, al aparecer en la cima de la Puerta de la Paz Celestial ante la inmensa plaza de Tien’anmen [sic] llena con un vasto mar de personas». La adulación de Mao aumentó notablemente. Una vez más Gentile señala que «después de 1949 su glorificación continuó a ritmos acelerados al tiempo que se le atribuían cualidades míticas y mesiánicas: “Mao-sun”, “Mao es la estrella de la salvación”, “Mao es el timonel de China”».

«Los rituales de deificación de Mao perpetraron su culto, involucrando a millones de chinos en la creación colectiva de un dios viviente».

Xing Lu, Rhetoric of the Chinese Cultural Revolution

El nuevo gobierno pronto se encontró en medio de una activa campaña de aún más terror, esta vez con un año de ejecuciones masivas de «espías», «terratenientes» y «contrarrevolucionarios». Argumentando que «nuestro poder estará seguro únicamente hasta que esto se haga de la manera adecuada», el Presidente ordenó «arrestos masivos, asesinatos masivos». Cerca de tres millones de personas murieron durante esa época, muchas de ellas a plena vista pública. Para otros millones de personas cuyo valor como obreros forzados era mayor que el valor de su muerte inmediata, la prisión o el campo de trabajos forzados era la respuesta. No obstante, casi 27 millones de personas pudieron haber muerto como resultado de trabajar demasiado o tras ser llevados al suicidio durante el mandato de Mao. Otros millones de personas quedaron bajo vigilancia aun cuando siguieron siendo «libres»; sin embargo, debido a que se podían hacer redadas en cualquier momento y por cualquier motivo, vivían en un constante miedo a los márgenes de la sociedad.

UN GRAN SALTO ADELANTE Y LUEGO HACIA ATRÁS

El intento de Mao por ganar un estatus de superpoder para la RPC al incrementar la productividad agrícola y al buscar la industrialización condujo al segundo Plan Quinquenal conocido como el Gran Salto Adelante. Fue un desastre. Entre 1958 y 1960 Mao exigió que el sector agrícola de China produjera tanto como fuera posible de manera que se pudiera exportar a la Unión Soviética como intercambio por la ayuda industrial. Se realizaron falsas declaraciones acerca de que el país estaba mejorando su capacidad productiva y se exportaron materias primas que eran críticamente necesarias. Para 1961 la colectivización forzada, el mal clima, las malas cosechas y una escasez de mano de obra (causada por alejar a las personas hacia la producción industrial rudimentaria) habían provocado la muerte de casi 38 millones de chinos debido a la inanición y al exceso de trabajo. Mao se rehusó a aceptar que sus políticas habían causado la peor hambruna en China, por no decir en la historia mundial, y culpó a aquellos oficiales del partido que habían criticado sus ideas. Tras haber perdido la presidencia del país en 1959 y anticipándose a la culpa que se le atribuiría por el desastre, se dispuso a fortalecer el culto a su personalidad y a crear los medios para su retorno.

Gentile observa que «mientras Mao recuperaba el poder, hubo un incremento similar en la glorificación de su pensamiento como una verdad absoluta y en la santificación de su persona como un semidiós viviente». Cita al periodista italiano, Virgilio Lilli, quien visitó China en 1960 y escribió: «para las masas chinas, Mao Tse-Tung es un santo que ya tiene algo de divino en sí mismo».

«El alcance de la deificación de Mao no tiene paralelo histórico, con la posible excepción de Alejandro Magno».

Xing Lu, Rhetoric of the Chinese Cultural Revolution

Este desarrollo coincidió con el establecimiento de Mao de los Guardias Rojos formados por estudiantes y de los oficiales y trabajadores del partido conocidos como los Rebeldes o Radicales. Juntos causarían estragos en China durante una década.

REVOLUCIÓN TOTAL, MENOS CULTURAL

Para 1966 Mao se encontraba listo para movilizar a sus manipulados soldados estudiantes y a los oficiales radicales del partido. Trabajando en las escuelas, los Guardias Rojos iniciaron una Revolución Cultural, pregonando a los cuatro vientos los pensamientos del Presidente a partir de su ampliamente distribuido Pequeño Libro Rojo (del cual se imprimieron mil millones de copias), respaldados por el comandante militar, Lin Biao, y por el Ejército Popular de Liberación. De pensamiento purista, los Guardias Rojos mantuvieron la versión radical de Mao respecto al marxismo-leninismo. Su purga estaba dirigida a los enemigos del Presidente: desde los niveles más altos del gobierno hasta los intelectuales, escritores, poetas, artistas y, por supuesto, los inevitables terratenientes. Los Rebeldes, por su parte, emprendieron acciones en las fábricas y en las estructuras administrativas de las áreas urbanas.

El sociólogo chino, Jiping Zuo, señaló que en 1966 «las calles de Beijing estaban repletas de estandartes con consignas como “Larga vida al Presidente Mao” y “Prepárense para morir en defensa del Presidente Mao”. Los cantos que entonaban los niños recordaban los himnos occidentales para alabar a Jesús… Mao fue glorificado como “el Sol Rojo”, “el Gran Maestro”, “el Gran Líder”, “el Gran Comandante”, “el Gran Timonel” y, elocuentemente, como “el Mesías de la Gente Trabajadora”».

El hombre que había ocupado la posición de Mao como presidente de la RPC, su colega de la Larga Marcha, Liu Shao Qi, se encontró rodeado de 30,000 Guardias Rojos, quienes le arrastraron desde su palacio presidencial hasta la calle, donde le humillaron y le golpearon, rompiéndole la espalda. Enviado a un campo de detención, murió en aislamiento, todo ello instigado por la esposa de Mao, Jiang Qing.

Durante el caos cultural de una década, las instituciones religiosas fueron atacadas y los monjes budistas y los sacerdotes y monjas católicas fueron enviados al campo para su «reeducación». La religión fue declarada una vez más «el opio del pueblo», pero se alentó la fe de una clase distinta. Se decía que Mao podía curar la enfermedad de una persona si sólo leía su libro. Como el diplomático singapurense, Lee Khoon Choy, ha escrito acerca del periodo, «Mao había tomado para sí la función de Dios. Mao se había convertido en Dios».

GOBERNANTE DEL MUNDO

Mao realizó extensos estudios de historia y biografía. Examinó 300 estudios de casos en la historia de China y 30 de la historia mundial. Cientos de biografías de personalidades chinas y del mundo atrajeron su atención. Analizó el mandato de muchos emperadores chinos y apreció especialmente a quienes alcanzaron el éxito a través de la crueldad y la opresión.

«En el futuro estableceremos el Comité de Control de la Tierra y elaboraremos un plan uniforme para el Planeta».

Mao Zedong, Citado por Jung Chang y Jon Halliday en Mao: La Historia Desconocida

Acorde con sus desmesuradas ambiciones nacionales era su deseo de convertirse en el gobernante del mundo. No podía detenerse con el papel de líder supremo de China o siquiera al superar a Stalin como el exponente más avanzado del marxismo-leninismo; estaba dispuesto a tomar el planeta. En 1968 le comentó a un maoísta australiano: «En mi opinión, el mundo necesita ser unificado… En el pasado, muchos, incluyendo los mongoles, los romanos… Alejandro el Grande, Napoleón y el Imperio Británico, buscaron unificar el mundo. Hoy en día, tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética desean hacerlo. Hitler quería unificar al mundo… pero todos ellos fracasaron. Me parece que la posibilidad de lograrlo no ha desaparecido… Desde mi punto de vista, el mundo puede ser unificado».

Pero eso no había de suceder. En septiembre de 1976 Mao sucumbió a la debilidad de un ataque masivo al corazón ocurrido en junio. El Gran Timonel había dejado de serlo, o al menos eso parecía. Su cuerpo fue pronto embalsamado siguiendo la gran tradición soviética y yace en el vasto mausoleo abierto al público adorador en la Plaza de Tian’anmen.

En el lugar de nacimiento de Mao, Shaoshan, se erigió una industria artesanal con objetos de interés. La muerte y destrucción sin precedentes que provocó no ha reducido su atractivo. De acuerdo con lo que Ian Buruma escribió en Guardian en 2001, «Los seres humanos en China han sido adorados como dioses durante miles de años y la cuestión ya no es si, a los ojos de los creyentes, Mao fue bueno o fue malo; tales categorías no aplican a los hombres-dioses».